viernes, 25 de enero de 2013

+ Las fieras andan sueltas


El nacimiento de la conciencia humana va parejo a la creación artística. Desde los albores de nuestra estirpe han quedado vestigios que dan testimonio de estas prácticas en cavernas profundas y oscuras. Seguro que en sus cuerpos, ropas y otras muchas superficies dejaron huella de sus inquietudes pero sólo estos lugares han soportado el paso de los milenios. Allí podemos ver siluetas de manos, signos abstractos, figuras antropomorfas, pero sobre todo muchos animales: Mamuts, renos, ciervos, caballos, bisontes,…

¿Por qué plasmaban estos seres sobre los muros? Hay diversas teorías al respecto. Pudo ser por la simple voluntad de representar aquella realidad en la que vivían, describir su experiencia vital, sus recuerdos y deseos. Otros piensan que la creación pictórica estaba exhortizando el futuro. Al describir las piezas siendo perseguidas y cazadas estaban haciendo que eso se transformara en algo real, que la pintura condicionara el devenir, lo modelara. También puede que de ese modo hicieran frente a sus miedos y temores. Sacando a la superficie pétrea sus fieras interiores se liberaban de ellas. La pintura jugaría también de este modo un papel liberador frente al propio inconsciente y al drama vital.

Sea como fuere, los monstruos del yo siguen campando a sus anchas por los rincones de la mente y nuestra necesidad de sacarlos fuera sigue bien viva. Aquí vemos unas sorprendentes imágenes que nos ha cedido la artista Joana Beltràn tomadas en Portugal. En las ciudades planificadas y calculadas en que vivimos ya sólo hay paredes frías y asfalto. No quedan cocodrilos, mamuts ni leones, pero estos siguen escondiéndose en nuestras cabezas y hay que echarlos fuera para liberarnos de su tiranía.









Semana 19 - Núria


Semana 19 - Maike


Semana 19 - Sonia


Semana 19 - Mercè A.





Semana 19 - Élide


Semana 19 - Gloria


Semana 19 - Marga



Semana 19 - Joana C.


Semana 19 - Amalia


Semana 19 - Alejandra


Semana 19 - Enrique


Semana 19 - Julia


Semana 19 - Bel S.


Semana 19 - Llorenç


Semana 19 - Coloma M.


viernes, 18 de enero de 2013

+ Mirando el cielo de Besalú


Estos días de fin de año he estado visitando la Garrotxa. Es una región de Girona que en tiempos remotos sufrió una intensa actividad volcánica. Prueba de ello son los múltiples cráteres que salpican la zona, ahora cubiertos de bosques y vegetación. Nos hospedamos en una localidad llamada Besalú. Capital de Condado en la Alta Edad Media, descansa junto al río Fluviá. El grandioso puente sobre el cauce es la postal más típica. El casco antiguo conserva todo el sabor medieval con sus estrechas calles serpenteando entre orgullosas fachadas de piedra. Iglesias románicas de gran porte salpican plazas irregulares aquí y allá, con sus interiores silenciosos y en penumbra.

Y de repente, entre tantas notas de antigüedad aún presente, suena una melodía nueva. Levantamos la mirada y encontramos un silla empotrada en el muro de piedra. ¿Una silla? Sí una silla de metal, ¡no, dos! ¡No!, fíjate en aquella pared de ahí, ¡también hay una silla! ¿Qué hacen estos objetos tan cotidianos situados en un lugar tan inverosímil? Están tan arriba que no los alcanza más que el zoom de la cámara. Elevadas sobre la pared aguantan las caricias del viento que juega a silbar entre sus patas y el frío que dibuja carámbanos de hielo sobre el respaldo.

Preguntando por ellas en el bar me dijeron que son fruto de un intercambio que hubo con artistas italianos hace unos años. Me gustan las sillas de Besalú. Vivimos atados a nuestras rutinas, a nuestras verdades, a nuestras costumbres, a nuestros dogmas. Nos levantamos y seguimos como autómatas fieles a nuestros esquemas desde la mañana a la noche. No hay lugar para la imaginación. Los cuadros para la pared, los platos sobre la mesa y las sillas en el suelo. Pero no, no tiene porqué ser siempre así. De hecho es un convencionalismo más. Yo te propongo: mira por la ventana, siente el sol de invierno tan agradable sobre la piel. Sal a la terraza. Colocarás los cuadros en el suelo, te sentarás en la silla y reclinándote levantarás las patas delanteras, apoyando el respaldo a la pared y sosteniendo el plato sobre las rodillas. Así saborearás lentamente la merienda mientras contemplas el cielo. Pues a eso nos están invitando las sillas de Besalú, a mirar el cielo. Un cielo nuevo donde todo es posible.








Semana 18 - Alejandra


Semana 18 - Coloma C.


Semana 18 - Ann-Sofie


Semana 18 - Maria Antònia


Semana 18 - Joaquín


Semana 18 - Joana C.



Semana 18 - Ana


Semana 18 - Mercedes L.


Semana 18 - Mercè P.


Semana 18 - Montse


Semana 18 - Coloma M.


Semana 18 - Enrique


Semana 18 - Sonia


Semana 18 - Bel S.


Semana 18 - Élide


viernes, 11 de enero de 2013

+ Ámbar artificial


Si habéis tenido tiempo durante las vacaciones para visitar la exposición Expanded Drawing del Casal Solleric seguro que os sorprendió el trabajo de Ricard Chiang titulado “Raíces”. Como sabéis esta exposición se dedica a nuevas formas de tratar el dibujo, más allá del lápiz y el papel tradicional. En este caso el soporte de la obra crece tanto a lo ancho que acaba engullendo el trazo. El material ya no aguanta que lo rayen, que hagan surcos en él, sino que se traga el dibujo y lo conserva momificado en su interior. Se asemeja a la resina de aquellas primitivas coníferas que al brotar del tronco iba devorando todo lo que encontraba a su paso, para darle un barniz de eternidad. Ésta se llama resina de poliéster. Ha cambiado su color dorado amarillento por un violáceo frío, cual bloque de hielo que no suda. Su artificialidad no le quita misterio. En las manos de Chiang el material se convierte en objeto de lujo. Su tesoro está formado por raíces naturales y tinta china jugando entre vacíos y enredos, transparencias y negros. Ámbar artificial que encierra nuestros pensamientos fluyendo en viscoso poliéster.







Semana 17 - Gloria


Semana 17 - Sonia


Semana 17 - Enrique