viernes, 24 de junio de 2016

+ Un nuevo enfoque +

Una de las lineas que guía la modernidad es el gusto por lo nuevo. Y los artistas hemos devenido esclavos de este paradigma. Hay varios caminos para conseguir un planteamiento diferente de lo hecho hasta ahora. Por un lado la técnica. Hasta el siglo XX el óleo era el rey. Luego los americanos introdujeron el acrílico, principalmente para pintar grandes formatos a un precio asequible. Pero ahora a menudo resulta difícil descubrir el procedimiento utilizado, pues la investigación sobre los métodos ha llegado a tal extremo que los pintores nos hemos convertido en alquimistas. También hay otra forma de innovar en pintura, y es cambiando el enfoque. Bien sea porque abandonamos la realidad por una imagen propia, bien porque la vemos desde un punto de vista diferente del tradicional.

Este es el caso de Georgia O'Keeffe (1887-1986). Nació en Winsconsin, EE.UU., y desde muy pequeña tuvo gran habilidad para la pintura. Estudió en el Art Institute of Chicago y después en el Art Student League de Nueva York. Se casó con el fotógrafo y galerista Alfred Stieglitz, que dedicó toda su vida a promocionar la obra de la artista. En 1929 viajó por primera vez a Nuevo México, y desde entonces este lugar fue su fuente de inspiración; allí se instaló definitivamente después de la muerte de su marido. O'Keeffe es mundialmente conocida por sus flores. Pero ella no las pintó como habitualmente estaba establecido, arregladas en jarrones de cristal o porcelana, o sembradas en coloridos jardines. La artista se acerca a ellas con la mirada inquisidora del primer plano. Esta cercanía unida al gran tamaño de sus cuadros hace que muchos de ellos lleguen a ser casi abstractos. Además, invita al espectador a contemplar las texturas interiores y suaves de los pétalos, que muchas veces traen a la mente imágenes del sexo femenino. Así, con un cambio de enfoque, O'Keeffe convierte un tema trivial y manido en un motivo de inspiración incesante e inagotable, durante sus casi 100 años de vida.










- Semana 39 - Isabel D.


- Semana 39 - Joana


- Semana 39 - Natalia


- Semana 39 - Nora


- Semana 39 - Paula


- Semana 39 - Sebastiana


- Semana 39 - Titi


- Semana 39 - Amalia


- Semana 39 - Anaelle


- Semana 39 - Ángeles


- Semana 39 - Clara


- Semana 39 - Coloma C.


- Semana 39 - Coloma M.


viernes, 17 de junio de 2016

+ Pintar con hilo +

Tiempo atrás estuve interesado por el mundo de las flores y su significado. Como ya dije hace poco, de todos los géneros artísticos, el bodegón (el de flores sobre todo) estuvo en el nivel más bajo de la escala de valores ¿Por qué entonces había pintores que lo practicaban? Porque había un público que lo demandaba. Incluso, ironías de la vida, aquello carente de dignidad para los eruditos de antaño, se ha vuelto ahora lo más codiciado. Hablaba recientemente con mi amiga Montse, restauradora profesional, y me explicaba que los cuadros barrocos de santos, santas y Cristos hoy en día en el mercado no tienen demanda ninguna. En cambio, un bodegón de flores o similar del siglo XVII es muy solicitado y bien pagado, pues en la decoración minimalista actual estos pequeños toques frívolos del pasado son los que se precian más. Pues bien, yo que he pintado de todo, también estuve pintando flores un tiempo. Y como me gusta pintar y leer a la vez, acabé adquiriendo un libro de Florencio Jazmín (ya podéis imaginar que es un seudónimo) sobre el lenguaje de las flores. He rebuscado en todas las estanterías de casa para encontrarlo y poder dar más referencias, pero está desaparecido. Seguramente viajó al jardín, que es su lugar natural. Recuerdo cómo el libro era una reedición de otro más antiguo que había caído en manos del tal Florencio, y refería flor por flor el significado y sentido que poseían. Y cómo, en una época no tan lejana, los amantes se enviaban ciertos tipos de flores para transmitirse mensajes cifrados, de arrebato, melancolía, añoranza o desdén. Ahora la pasión amorosa se vocifera en facebook, pero antes, sin tanta electrónica y con mayores trabas sociales, el galanteo era sutil y reservado.

Valga todo este circunloquio para introducir a una artista que también ama las flores, 
Lisa Smirnova (behance.net/lisa_smirnova). Esta creadora rusa no pinta, sino que borda con hilo sobre tela. Cambió el pincel por la aguja, o unió ambos, pues primero bosqueja los motivos que luego bordará. Rompiendo moldes y prejuicios, otorga dignidad a un quehacer que ha sido exclusivo de la mujer durante siglos. La diseñadora de moda Olya Glagoleva (gowitholya.com) solicitó su colaboración para una colección que tituló “El artista en casa”. El resultado son estas propuestas llenas de flores, perfectamente integradas en el tejido. De este modo, el edén envuelve el cuerpo femenino para no marchitarse más.











- Semana 38 - Paula


- Semana 38 - Pía


- Semana 38 - Sebastiana


- Semana 38 - Silke


- Semana 38 - Amalia


- Semana 38 - Coloma C.


- Semana 38 - Flor


- Semana 38 - Joana


- Semana 38 - Llorenç


- Semana 38 - Magdalena


- Semana 38 - Maria Antònia


- Semana 38 - Natalia


- Semana 38 - Neus


viernes, 10 de junio de 2016

+ Un mundo sin flores +

Seguimos hablando de flores, porque nos gustan, y este motivo debería ser suficiente. La verdad es que en esta época del año vivimos completamente rodeados de ellas. En los balcones de las casas, los parques, los campos sin labrar, en cualquier rincón las encontramos, y no podemos imaginar un mundo sin ellas (incluso con el inclemente sol de agosto aguantarán las bugambilias y las adelfas, imprimiendo su intenso cromatismo en nuestra retina). Sin embargo, su aparición se remonta a una época relativamente reciente: unos 130 millones de años (los dinosaurios ya llevaban 100 millones más paseando por aquí), y se desarrollaron paralelamente a nosotros, los mamíferos. Así que hasta hace no tanto los seres que poblaban la tierra contemplaban únicamente verdes y pardos, enmarcados en un azul celeste. Imagino que los amarillos, rojos y fuxias los percibirían sólo en los amaneceres y las puestas de sol ¿Os podéis imaginar un mundo sin flores?

Su sentido va mucho más allá de la alegría que nos provoca su juego cromático. Se regalan flores al nacer y al morir, para felicitar un aniversario, al comprar un libro, al visitar un enfermo… En cada uno de esos momentos tiene un significado específico, que en el fondo refiere una actitud positiva ante el acontecimiento. Por eso tantos artistas plasmaron flores en el pasado y siguen haciéndolo ahora. Bobbie Burgers (bobbieburgers.com) es una canadiense que disfruta pintándolas. Utiliza grandes formatos y así, al contemplar sus cuadros, tenemos la sensación de estar inmersos en un jardín. Pero lo que más cautiva de su obra es la frescura del trazo. Burgers se deja guiar por la intuición, que mueve su muñeca en la dirección correcta. Su retina ajusta los tonos en la paleta para conseguir esas armonías que sólo el mundo vegetal es capaz de ofrecer; el juego de su pincel hace todo lo demás. Flores lozanas plasmadas con frescura, esa es la esencia de su trabajo.










- Semana 37 - Maria Antònia


- Semana 37 - Mercè A.