viernes, 27 de abril de 2018

+ Ahora me ves, ahora no me ves +


“- Una sencilla pregunta: ¿puede ser un objeto pesado y liviano a la vez?
- No
- ¿Seguro?
- Totalmente. Los conceptos son contradictorios entre sí. Hasta un bobo entiende que no puede existir algo que pese mucho, y muy ligero a la vez. Es absurdo.”

Hay verdades que parecen tan ciertas, que sería estúpido contradecirlas. Pero ahí están los artistas para desbaratarlas. La creatividad es la capacidad de superar las verdades probadas y obvias para descubrir otras nuevas, que sin necesidad de negar las anteriores, las amplían y modifican. El pensamiento único no soporta esta capacidad de cuestionamiento que viene de fábrica con el ser humano, y por eso los dictadores siempre han creado listas de libros prohibidos, de música prohibida, de arte prohibido… En fin, de pensamiento prohibido.

Porque, aunque parezca mentira, sí es posible que un objeto sea pesado y liviano a la vez, o al menos aparecer como tal. Así son las esculturas de Julian Voss-Andreae (instagram.com/julianvossandreae). Nacido en Hamburgo, quiso ser pintor, pero acabó estudiando física experimental en las universidades de Berlín, Edimburgo y Viena. Su investigación de posgrado se centró en la física cuántica. Luego se mudó a los EE. UU. y en el año 2004 se graduó en el Pacific Northwest College of Art. El arte de Voss-Andreae está fuertemente influenciado por su formación. Las obras que os muestro más abajo están inspiradas en conceptos de física cuántica: esculturas que aparecen y desaparecen según cómo las mires. Para conseguir este efecto Voss-Andreae utiliza un escáner 3D, con el que fotografía un objeto desde todos los ángulos. Después, mediante una computadora, lo divide en capas, que serán impresas en acero utilizando una impresora 3D. Finalmente ensambla las capas en el taller (no dejéis de ver el vídeo donde contemplamos el hecho en movimiento: www.youtube.com/watch?v=DM1RQj3B9Ho)

Alguno me dirá: “La escultura no puede aparecer pesada y liviana a la vez, siempre depende del punto de vista desde donde se mira”… “¡Pues claro! ¡Como todo en esta vida! Siempre depende del punto de vista desde donde se mira.”

Para acabar, un juego de niños, que son los que más entienden de estas verdades que nunca lo son del todo ¿Sois capaces de hallar la correlación entre las cuatro imágenes de arriba y las cuatro de abajo? ¿Cuál corresponde con cuál? Agudizar la vista.










- Semana 28 - Nuria


- Semana 28 - Clara


- Semana 28 - Coloma M.


- Semana 28 - Emma


- Semana 28 - Eva


- Semana 28 - Gloria


- Semana 28 - Greta


- Semana 28 - Joan B.


- Semana 28 - Joan C.


- Semana 28 - Julia


- Semana 28 - Kirsty


- Semana 28 - Magdalena


- Semana 28 - Marga P.


- Semana 28 - Maria Antònia


- Semana 28 - Mercè


- Semana 28 - Montse


viernes, 20 de abril de 2018

+ Lápices de colores +


A menudo en el taller, cuando cogemos los pinceles, el lápiz queda guardado en el baúl de los recuerdos. Parece que el color, con toda su riqueza de tonos, texturas y matices, empequeñece al grafito hasta volverlo marginal.

Pero las posibilidades del lápiz son enormes, aunque eso sí, exige paciencia y dedicación. Para demostrarlo os adjunto estos trabajos de Eduardo Palacios (eduardopalacios.es). Nacido en 1974 en Logroño, estudió Bellas Artes y su trayectoria está muy vinculada al hiperrealismo. Aquí vemos como incluso este medio acepta el toque heterodoxo de color. Parece que el blanco y negro del lápiz no debería ser violado, su sacralidad anula cualquier otra salida. Pero no, no es así. En estos dibujos de Palacios vemos virtuosismo, pero también espíritu juguetón. Allí un rojo, aquí un azul, un siena, o un amarillo, que los lápices ¡también son de colores!







- Semana 27 - Marga P.


- Semana 27 - Marga S.


- Semana 27 - Maria Antònia


- Semana 27 - María


- Semana 27 - Momo


- Semana 27 - Montse


- Semana 27 - Pía


- Semana 27 - Silke


- Semana 27 - Ángeles


- Semana 27 - Bel


- Semana 27 - Cati C.


- Semana 27 - Coloma M.


- Semana 27 - Joan C.


- Semana 27 - Joana V.


- Semana 27 - Juan S.


- Semana 27 - Julia


- Semana 27 - Kirsty


viernes, 13 de abril de 2018

+ Arte dentro del arte +


Decía en el último blog que se puede estar sobre una obra de arte, pero que dentro de ella sólo se puede vivir en una película de Harry Potter. No es cierto. Este fin de semana estuve paseando por Cuenca con unos amigos y, cómo no, volví a visitar el Museo de Arte Abstracto Español. Se encuentra en el corazón de la ciudad, en las apodadas como “Casas Colgadas”. Ya no recordaba la espectacularidad de este espacio. Las obras que contiene son de una calidad excepcional, pero el contenedor es tan sublime como el contenido. Cada rincón del museo es una verdadera escultura. Se cuidan las luces, los colores del suelo, de los muros, los cambios de plano visual, las escaleras… Todo está pensado hasta el mínimo detalle para que los cuadros luzcan en su plenitud y la experiencia artística sea completa. Cada rincón es tan exquisito, que hasta las maderas que cierran las ventanas son una pieza de arte abstracto.

Las Casas Colgadas son de origen medieval y han pasado a lo largo de la historia por diferentes fases de abandono y reconstrucción. Actualmente pertenecen al Ayuntamiento, que las cedió para la creación del museo. Éste abrió sus puertas en junio de 1966 gracias a la iniciativa de Fernando Zóbel. Gran apasionado del arte, con una vasta cultura y él mismo pintor, fue adquiriendo a partir de 1955 obras singulares de artistas abstractos españoles de su generación. Éstas piezas fueron instaladas cuidadosamente en los espacios del museo por Zóbel, con la ayuda de Gustavo Torner, Gerardo Rueda y otros artistas. En 1980 Zóbel donó su colección a la Fundación Juan March, que la completó y enriqueció.

Así pues, entré en el museo, que además es gratuito. Me asomé al precipicio desde los balcones que miran sobre el acantilado. Subí y bajé escaleras. Me encandilé con Tápies, Zóbel, Muñoz, Manrique, Chillida, Palazuelo, Millares, Saura, y tantos otros. Fotografié esquinas y techos. Recorrí todo el itinerario. Y al acabar, lo repetí al revés, rápidamente, volviendo al punto de partida, para iniciar de nuevo la visita, siguiendo los pasos de lo que ya había visto.

Mis amigos esperaban nerviosos en la puerta… “¡Que te dejamos!” dijeron al verme salir. “Claro, ¿y cuanto tiempo va a pasar hasta que vuelva yo a Cuenca? Al menos tengo el museo grabado en la memoria”.