viernes, 27 de enero de 2017

+ Sobre la arena +

La semana pasada os hablaba de mi visita al museo Arken de Copenhague. Se trata de un moderno edificio situado en las afueras de la ciudad, junto al mar. Erigido en una pequeña isla, el acceso se realiza a través de un puente. Hay una larga playa de arena blanca situada junto al museo. En el exterior del edificio se muestran diversas esculturas integradas en el entorno. Dos de ellas me llamaron la atención. La primera es una figura humana de pie, mirando hacia el museo. En la lejanía se confunde con un ser humano real, pero la inmovilidad acaba delatándolo. Su oscura superficie metálica luce una oxidada pátina ferrosa, fruto de las inclemencias del tiempo. Unos extraños cilindros sobresalen de su cuerpo, convirtiéndolo en un semi-robot. Su postura erguida, orgullosa, segura de si misma, parece sorprenderse por la silueta del museo, cuyas paredes blancas y geometría moderna contrastan con un entorno tan idílico y sosegado. Llegado de allende de los mares, el museo lo ha dejado en éxtasis. Echa una última mirada al palacio de los artistas antes de volver a la orilla.

Allí se encontrará con otra escultura, ésta de hormigón armado y espejos. Su forma cúbica, con vacíos y huecos, hace las delicias de los fotógrafos. Sólo el horizonte del mar compite en pureza con el objeto. Viendo este hogar de nadie imaginé el mismo artefacto en una playa de Mallorca. Para empezar, los graffitis adornarían pronto su piel. Además, la polémica habría hecho correr ríos de tinta en la prensa local. La mayoría en contra de un engendro que quitaba sitio a las sombrillas y a los turistas. No, en Mallorca nuestras playas están demasiado saturadas para dar cabida a semejantes licencias. Dejemos que sus muros reposen allá en el norte, donde las aguas son frías y las playas tienen quilómetros de arena por colonizar; donde el sol es débil y produce unas sombras suaves, tenues, difuminadas; donde el mar es de color plomizo como el hormigón; donde el gusto por lo simple y geométrico queda patente en cada nueva construcción.






jueves, 26 de enero de 2017

- Semana 17 - Pía


- Semana 17 - Silvia


- Semana 17 - Amalia


- Semana 17 - Ángel


- Semana 17 - Eva


- Semana 17 - Joana B.


- Semana 17 - Joana V.


- Semana 17 - Julia


- Semana 17 - Llorenç


- Semana 17 - Maria Antònia


- Semana 17 - Marga P.


- Semana 17 - Natalia


viernes, 20 de enero de 2017

+ Una exposición de cine +

Este verano tuve una experiencia sorprendente con una exposición de pintura. En el museo Arken de Copenhague se podía contemplar una retrospectiva de Gerda Wegener y su marido. Seguramente sabéis que el año pasado figuraba en cartelera una película sobre su vida titulada “la chica danesa”. La noche anterior a la visita estuvimos visionando la cinta que cuenta su drama vital, la relación pictórica y anímica de Gerda y Einar, que fue el primer hombre al que se le practicó un cambio de sexo y sobrevivió (a la primera operación, pues más adelante buscó un implante de útero que le llevó a la muerte).

Paseamos por la muestra como si fueramos viejos amigos de la pintora: “Ah! Sí, eso lo hizo antes de la operación. Y eso en París. Y esta es la pose famosa de aquel encargo. Y aquel cuadro vino después de la separación….“. Y todo aquello que habíamos visto y nos había emocionado la noche antes se volvía físico, matérico, real. Había una complicidad tal con las obras y los dos artistas, que sólo la podría haber tenido con un hermano o un amigo muy íntimo, del que conoces sus secretos y anécdotas, su vida.

El museo también era consciente de ese hecho, y por eso en el auditorio del piso inferior ofrecía gratuitamente la posibilidad de visionar el film. Menos mal que nosotros lo vimos el día antes, porque en casa seleccionamos los subtítulos en castellano.












- Semana 16 - Silvia


- Semana 16 - Alejandra


- Semana 16 - Amalia


- Semana 16 - Anaelle


- Semana 16 - Ángel


- Semana 16 - Clara


- Semana 16 - Coloma C.


- Semana 16 - Coloma M.


- Semana 16 - Elena


- Semana 16 - Isabel D.


- Semana 16 - Joana B.


- Semana 16 - Julia


- Semana 16 - Magdalena


- Semana 16 - Maike


- Semana 16 - Maria Antònia


- Semana 16 - Marga P.


- Semana 16 - Silke


viernes, 13 de enero de 2017

+ Música para empezar +

En enero los días son muy cortos y el frío aprieta, así que uno suele ir de refugio en refugio. Buscamos cobijo en cualquier sitio; desde un museo hasta un café, un restaurante, un teatro, un bar, un concierto. Y si el lugar combina varias posibilidades, mucho mejor. Una noche estuve en un café concierto, escuchando la suave voz de una chica que cantaba mientras sus dedos bailaban alegres sobre las teclas de un piano. Ya conocéis mi costumbre de tomar nota de todo lo que cuelga de las paredes, y en este local utilizaban como decoración pósters enmarcados. Pero no un popurri de pasquines diversos. Todos pertenecían al Festival Internacional de Jazz de Montreal. Este certamen se celebra anualmente durante el mes de julio en la ciudad de Montreal, Québec Canadá. Ostenta el récord Guiness como el festival en su género más importante del mundo. Cada año el festival presenta a 3.000 artistas provenientes de 30 países diferentes los cuales ofrecen más de 650 conciertos.

Con lo lejos que está Canadá, sólo había dos posibilidades. O el dueño del bar era de ese remoto país, o era un ferviente entusiasta del Jazz, que viajaba hasta geografías distantes para escuchar música. Sea como fuere, los carteles me cautivaron. Cada año la propuesta era completamente diversa de la anterior. Había algunos muy sencillos, puramente gráficos. Otros más exuberantes, pictóricos. Propuestas sobrias en el color junto a explosiones cromáticas. Unas programadas con el ordenador, otras nacidas de la segura mano de un artista. Apostar por tal diversidad era la verdadera esencia del Jazz, que permite que cada cual se exprese a su modo y compás. Tomé algunas instantáneas para que también vosotros podáis empezar el año inspirados por la música.










- Semana 15 - Coloma C.


- Semana 15 - Eva