viernes, 17 de junio de 2016

+ Pintar con hilo +

Tiempo atrás estuve interesado por el mundo de las flores y su significado. Como ya dije hace poco, de todos los géneros artísticos, el bodegón (el de flores sobre todo) estuvo en el nivel más bajo de la escala de valores ¿Por qué entonces había pintores que lo practicaban? Porque había un público que lo demandaba. Incluso, ironías de la vida, aquello carente de dignidad para los eruditos de antaño, se ha vuelto ahora lo más codiciado. Hablaba recientemente con mi amiga Montse, restauradora profesional, y me explicaba que los cuadros barrocos de santos, santas y Cristos hoy en día en el mercado no tienen demanda ninguna. En cambio, un bodegón de flores o similar del siglo XVII es muy solicitado y bien pagado, pues en la decoración minimalista actual estos pequeños toques frívolos del pasado son los que se precian más. Pues bien, yo que he pintado de todo, también estuve pintando flores un tiempo. Y como me gusta pintar y leer a la vez, acabé adquiriendo un libro de Florencio Jazmín (ya podéis imaginar que es un seudónimo) sobre el lenguaje de las flores. He rebuscado en todas las estanterías de casa para encontrarlo y poder dar más referencias, pero está desaparecido. Seguramente viajó al jardín, que es su lugar natural. Recuerdo cómo el libro era una reedición de otro más antiguo que había caído en manos del tal Florencio, y refería flor por flor el significado y sentido que poseían. Y cómo, en una época no tan lejana, los amantes se enviaban ciertos tipos de flores para transmitirse mensajes cifrados, de arrebato, melancolía, añoranza o desdén. Ahora la pasión amorosa se vocifera en facebook, pero antes, sin tanta electrónica y con mayores trabas sociales, el galanteo era sutil y reservado.

Valga todo este circunloquio para introducir a una artista que también ama las flores, 
Lisa Smirnova (behance.net/lisa_smirnova). Esta creadora rusa no pinta, sino que borda con hilo sobre tela. Cambió el pincel por la aguja, o unió ambos, pues primero bosqueja los motivos que luego bordará. Rompiendo moldes y prejuicios, otorga dignidad a un quehacer que ha sido exclusivo de la mujer durante siglos. La diseñadora de moda Olya Glagoleva (gowitholya.com) solicitó su colaboración para una colección que tituló “El artista en casa”. El resultado son estas propuestas llenas de flores, perfectamente integradas en el tejido. De este modo, el edén envuelve el cuerpo femenino para no marchitarse más.











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