viernes, 7 de febrero de 2014

+ Paisajes de Osuna +

Cuando estuve en Sevilla no nos quedamos sólo en la capital, sino que también visitamos algunos conocidos pueblos de los alrededores. Habitualmente lo primero que busco es la Oficina de Turismo porque allí conseguimos un plano con el que movernos y orientarnos. Llegamos por la mañana a la ciudad de Osuna y cual fue nuestra sorpresa al encontrar una estupenda sala de exposiciones junto a dicho establecimiento. En ella se podía admirar una muestra de paisajes andaluces hechos con maestría, obra de la artista Lola Montero.

Nacida en Cádiz en 1968, su familia se trasladó a Osuna poco después. Cursó sus estudios superiores en Sevilla, donde se licenció en Bellas Artes. Su obra se centra en la investigación del paisaje. Le gusta mucho utilizar como soporte la madera y consigue dotar a sus obras de gran profundidad mediante veladuras suaves y transparencias del soporte, acompañadas de empastes en los lugares donde quiere transmitir solidez. Los trabajos que vimos eran de gran calidad y fue una gozada poder contemplar la exposición, que era una síntesis de sus últimos años de trabajo.

El paisaje es un tema difícil. Durante siglos considerado un género marginal, fue ganando protagonismo y ya con los románticos tenía sentido por sí solo, sin necesidad de que la figura humana le diera valor. Los impresionistas lo utilizaron una y otra vez en sus trabajos y pronto pasó a ser el motivo exclusivo de muchos pintores. Mi bisabuelo, convencido pintor de "plein air" contaba que una vez se le acercó un campesino y al verle trabajar en medio del campo, caballete instalado y pinceles en la mano, le preguntó: "¿Qué santo es este que está usted pintando?". Efectivamente, un tema sin sentido para la tradición pasó a ser protagonista absoluto y más tarde del abuso llegó el cansancio. Para muchos artistas pintar paisaje hoy es sinónimo de decadente.

Por eso me gustó ver la exposición de Montero ¿Cómo trabajar el paisaje sin caer en lo decimonónico? Os he adjuntado dos cuadros. El primero es una vista de Sevilla. Pero, ¿dónde está la Sevilla que todos vemos al visitar la ciudad? La catedral se ha transmutado en una fábrica que se refleja en el Guadalquivir. Porque la saturación que nos producen los monumentos fotografiados mil y una veces nos lleva a buscar nuevos puntos de vista. Y la serenidad con que esos volúmenes grises descansan sobre la corriente está llena de poesía y habla mucho sobre nuestras vidas, envueltas en geometría y soledad. 

Sin embargo, cuando retrata Osuna, ciudad en que vivió toda su niñez y su adolescencia, su patria, no puede sustraerse a contar lo que yo visité al pasar por allí: El Colegio-Universidad de la Purísima Concepción y la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, con los cerros al fondo. Porque, quién no lleva en su corazón la Catedral o la Plaza Mayor de su pueblo. Y aunque ya se pintaron una y mil veces, cuando lo hacemos nosotros rendimos tributo una vez más a todos aquellos que con su esfuerzo hicieron de nuestras ciudades lugares tan hermosos y llenos valor.





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