El calor del verano nos empuja al mar. Ese horizonte infinito es patrimonio del mes de agosto, en que los muros de la casa nos agobian y agotan. Sólo fuera, allí donde susurra la brisa, se descansa a gusto. Generalmente en la playa nuestra actitud es pasiva; observamos las olas en su vaivén, la gente que juega y se solaza, las barcas yendo y viniendo, sin prestar excesiva atención. Leonie Barton, sin embargo, adopta una mirada inquisidora. Presta atención a los detalles insignificantes, las texturas, los hallazgos azarosos. Detiene el flujo de verborrea mental para fijarse en cada objeto que yace en su ruta.
Esta creadora australiana decidió hace tiempo elaborar una obra de arte cada día. Para ello utiliza los materiales que encuentra en su caminar, y los va combinando in situ, sobre las superficies donde los ha hallado. Sus composiciones son hermosas y efímeras, un juego que muestra su amor a la vida, su forma de entender la existencia. Después comenzó a fotografiar sus montajes para que otros pudieran compartir su pasión y su camino. Las fotografías de Barton son bellísimas en su sencillez. Juegos abstractos de líneas y formas con sabor a mar.
Os podéis suscribir a través de su web (leoniebarton.com) y os enviará a vuestro correo puntualmente su obra cotidiana. También podéis visitar su página de Instagram (www.instagram.com/leoniebarton) y ver el modo en que se aprecian estas obras en su lugar nativo, en perspectiva. Os sorprenderá cómo con elementos tan simples y cercanos puede elaborar imágenes tan sugerentes, tan poéticas.
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