viernes, 4 de octubre de 2013

+ Dibujo y soledad +

La semana pasada hablábamos del dibujo como herramienta para estimular la creatividad e investigar nuevas formas de expresión. Hoy en día cada vez se le da más importancia a esta disciplina y esto ha favorecido el surgimiento de colecciones de arte moderno compuestas exclusivamente de dibujos. Es el caso de la actualmente se está exponiendo en el Casal Solleric y que no podéis dejar de ir a ver.

La Colección de Dibujos DKV comenzó a gestarse con el propósito de humanizar y hacer más amables los espacios comunes del Hospital Marina Salud de Dénia, en la Comunidad Valenciana y pronto traspasó los muros del recinto. Podéis contemplar todo tipo de propuestas: figurativas, abstractas, simples, eclécticas, atrevidas… Pero todas con un marcado cariz actual, contemporáneo, a pesar de seguir empleando los mismos instrumentos de siempre. En palabras de la comisaria Alicia Ventura:

“Más allá de los diferentes enfoques y estilos, el protagonismo que vuelve a tener hoy el dibujo reside precisamente en su sencillez extrema, en la humildad de un procedimiento que contrasta con el mundo que nos rodea, donde reina la desmesura tecnológica y el exceso de artificio. Frente a todo ello, resiste inalterable la fascinante capacidad de atracción del dibujo”

De todas las propuestas he seleccionado cuatro, un carboncillo obra de Marta Blasco, dos acuarelas de Sito Mújica y una tinta china de Andrea Canepa. Las dos primeras figuras están de espaldas. Su actitud es confusa. La mujer tiene interrumpida su visión por una maraña de ramas muertas que parecen abrazarla, poseerla, a modo de telaraña. El joven se aparta de nosotros, sus preocupaciones le aislan de la realidad y su rostro cabizbajo denota sufrimiento. Los otros dos personajes nos miran a la cara pero no directamente, sino por el rabillo del ojo. Su mirada esquiva revela desconfianza y lejanía. Así nos vemos a nosotros mismos en esta sociedad hipertecnológica de la que nos habla la Alicia Ventura. Somos libres para vestir como queramos (fijáos en las ropas de los retratos), para ir donde nuestra imaginación vuele, para hablar como nos de la gana. Y sin embargo la inquietud nos embarga. Estamos hiperconectados (no hablemos ahora con el whatsapp), con todos nuestros amigos a un toque y nos sentimos solos, desamparados, imcomprendidos. ¿Se sintió así el hombre antiguo? Tal vez por eso dibujaba en las paredes de las cuevas.






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