viernes, 11 de octubre de 2013

+ Saliendo del muro +

En este mundo acelerado donde la juventud, según las estadísticas, cambia de móvil cada seis meses, la novedad vende. Y el mundo del arte está contagiado de este frenesí. Los artistas buscan crear marca, que se les conozca fácilmente y destacar innovando. Hacer algo singular, que no se haya creado todavía, es un billete hacia el éxito. Pero si la propuesta busca sólo llamar la atención, hacerse oír dentro del ruido general gritando más fuerte, carece de contenido y su interés caerá rápidamente. En cambio, cuando la obra de arte nace del trabajo y la maduración, de la investigación seria y la búsqueda de nuevas formas de expresarse, creará escuela.

El artista Matteo Pugliese nació en Milán en el 69 (somos de la misma quinta), donde cursó sus estudios, graduándose en literatura moderna. Desde joven se dedicó al dibujo y la escultura de forma autodidacta. En 2001 inauguró su primera exposición, empujado por sus amigos, que le insistían en que hiciera público su trabajo. Después, su obra se ha expuesto en galerías de Italia y de medio mundo.

Pugliese esculpe cuerpos humanos. Este tema cayó en desgracia después de la vanguardia. Tal vez porque lo moderno asimilaba el modelo a la odiada Academia y sus artificios. En el nuevo arte, si aparecía la figura humana estaba deformada, alargada, estrujada, perforada o simplificada. El cuerpo del hombre y la mujer, real o idealizado, se quedó abandonado en los museos de Arqueología y la línea geométrica se apoderó de los volúmenes.

Él, en cambio, rescata el cuerpo físico, pero no a la usanza tradicional. Sus figuras, en vez de reposar sobre un pedestal, salen del muro a modo de superhéroes de película (la complexión física de las estatuas también sugiere el mundo del cómic). Más que sus obras presentadas fríamente en una galería, me sorprenden cuando están integradas en un ambiente. Si miráis su web (matteopugliese.com), en el dossier de prensa podéis ver las esculturas instaladas en casas, salones, terrazas. En estos lugares la figura entabla un diálogo con los objetos que la rodean. Es cierto que estos bronces nos provocan inquietud y desasosiego. Los críticos hablan del “hombre cautivo del muro” cuando se refieren a él.

Pugliese ha conseguido realizar un trabajo personal, propio e inconfundible. Su propuesta es innovadora y llamativa, pero no está vacía. Los bronces están elegantemente trabajados: las expresiones de la cara, las posturas, los acabados de la piel, todo está espléndidamente conseguido y permite que sus figuras rebosen significado y simbolismo.

Sorprende que junto a esta serie de piezas el artista muestre en su web otra obra a la que se dedica paralelamente. Se trata de una extensa colección de samurais y otros guerreros de fantasía hechos de terracota, de lo más kitsch. Son como personajes de videojuego, estrafalarios y aparatosos. Comprendo su pasión por estas figuritas de juguete pero no la comparto. Sin embargo, suponen un eslabón necesario en la evolución artística de Pugliese y seguramente un divertimento frente al dramatismo del otro trabajo. Al final, los juicios de valor sobre lo que verdaderamente es bueno son tan relativos como lo son los intereses de cada uno. Preguntad al joven de la casa, tan aficionado a los juegos de ordenador, cuál de las dos series le interesa más…







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