viernes, 20 de diciembre de 2013

+ No hay error +

La acuarela es una técnica diferente. Parece que lo difícil en esta disciplina es el hecho de que los colores son transparentes y no pueden cubrirse los errores. Eso es cierto, pero no es el quid de la cuestión. El gran problema de la acuarela es aprender a dominar el agua. Conocer qué cantidad de humedad produce los efectos que deseamos es fundamental y por ello estar muy familiarizado con el papel que utilizamos es inevitable. No podemos trabajar como si de óleo o acrílico se tratara, permanentemente en papel seco y sin ningún tipo de azar. Los colores deben jugar con el agua, de lo contrario mejor utilizar otros recursos.

Uno de los errores que cualquier acuarelista teme son las llamadas coliflores. Este efecto aparece cuando se añade color a una superficie que se mojó previamente ya está casi seca, pero no del todo. En este caso el nuevo color no mezcla bien con el antiguo sino que se forma una barrera de bordes dentados, muy semejante a la coliflor al cortarla de un tajo. Es un problema desagradable sobre todo cuando surge en un lugar delicado, como podría ser la piel en un retrato o una posición destacada del cuadro. Sin embargo, no hay mejor sabiduría que la de utilizar los errores a nuestro favor. Es el caso de Björn Bernström. Este acuarelista sueco reside en Estocolmo donde imparte también cursos sobre la técnica (www.bjornbernstrom.se). Sus paisajes nórdicos llenos de nieve y frío poseen un encanto especial. Esta magia se la deben al error de las coliflores. Björn las ha cultivado hasta dominarlas. Así consigue que le salgan en el lugar que él quiere y con la forma adecuada, convirtiéndolas en árboles, montañas o la aurora boreal. Es el resultado de aceptar las limitaciones y utilizarlas como herramienta. Salvando las distancias, un gran maestro en este arte es el científico Stephen Hawking. Esta semana veía un documental sobre su vida. La enfermedad que lo iba a dejar inmovilizado en su silla de ruedas se le diagnosticó a una edad muy temprana y el proceso fue inexorable. A lo largo de su vida los médicos predijeron su pronto fallecimiento en innumerables ocasiones, pero su voluntad de vivir y seguir trabajando ha sido más fuerte. Un fallo en su proceso vital iba a truncar su brillante carrera pero supo ponerlo de su parte, convertirlo en un hecho más de su historia, no ya un error sino un factor añadido con el que trabajar.

Quiero aprovechar estas imágenes llenas de sensibilidad, delicadeza y coliflores para felicitaros las fiestas. Nos vemos después de reyes, ¡feliz año nuevo!









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