viernes, 12 de diciembre de 2014

+ Espacios ocultos +

En la actualidad hay fotógrafos cuyas instantáneas bordean el ámbito de la pintura, ya sea por la estética de sus creaciones (hablábamos en la semana 9 de los paisajes de José Luís López Moral) o porque en su obra este arte está presente de forma directa (como con Etienne Lavie, cuyos trabajos comentamos la semana 38 del pasado junio). La colección que mostraremos hoy podría incluirse en este último grupo, aunque la obra de José Manuel Ballester es tan variada y polifacética que no permite encasillamientos. Este autor nació en Madrid en 1960, licenciándose en Bellas Artes en la Complutense. Es a la vez pintor y fotógrafo y sus trabajos son conocidos a nivel internacional (poseen obras suyas reconocidas colecciones de arte en EEUU, Japón, China, Brasil…). En 1999 obtuvo el Premio Nacional de Grabado y en 2010 el de Fotografía. Os invito a conocerlo mejor visitando su web: www.josemanuelballester.com

La série que os presento se titula "espacios ocultos" y aunque parezca sorprendente consiste en fotografías de pinturas, a tamaño real (la más pequeña tiene apenas 50x50 cm. mientras que la mayor tiene casi 9 metros de longitud). Se trata de obras muy reconocidas de la tradición europea, pero no son simplemente reproducciones de los originales. Ballester pacientemente y mediante métodos digitales y manuales ha conseguido retirar todas las figuras que aparecen en los cuadros, dejando el espacio desnudo donde tenía lugar la acción. La arquitectura o el entorno que apenas se percibía antes pasa a ser protagonista. Pero no porque ese espacio tenga valor en sí mismo, pues en realidad su importancia se debe a lo que allí ha sucedido.

Repasando estos trabajos de Ballester me vino a la memoria un programa que vi en la televisión, de esos que ponen tan a menudo en antena y que únicamente sirven para matar el tiempo. En él una mujer, habiendo comprado recientemente una casa muy antigua (según ella del siglo XV), quería contratar a un buscador de fantasmas porque estaba convencida de que alguno debía haber. Puesto que en esa casa habían vivido personas a lo largo de tanto tiempo, su energía debía continuar presente… Y en las imágenes de Ballester lo que percibimos es eso, la energía de los personajes que ya no están allí: la venus ya cubierta con su manto se fue a dar un paseo; los reyes y las meninas se cansaron de posar y se marcharon a otra estancia de palacio; los fusilados del 2 de mayo fueron llevados con carretas al cementerio y enterrados; el pintor holandés hizo un parón en su trabajo para tomar un refrigerio; Jesús, prendido, ya estaba colgando en la cruz. Las figuras desaparecieron, pero su presencia sigue latente y viva en ese espacio.








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