viernes, 18 de diciembre de 2015

+ Ritch Miller. Sempre +

Bajo el título “Ritch Miller. Sempre” se expone en La Misericordia de Palma, hasta el 30 de diciembre, una selección de trabajos representativos de este pintor americano (Texas, 1925) afincado en Mallorca. Algunos paisajes y sobre todo sus inquietantes figuras forman parte de la visita. Conocer algo de la personalidad y la biografía del artista facilita acercarse a su obra, que ya desde su primera exposición en la isla causó indignación y repulsa. Luego, poco a poco, el público local se fue abriendo a sus trabajos, yendo más allá de la transgresión para captar el lirismo, la magia y la sátira de sus personajes, de su universo único y personal.

Miller se suicidó el año 1991 en su casa de Santa María, pero no como un acto de pérdida del juicio sino como consecuencia última de su actitud ante el mundo y la vida. A pesar de haber trabajado en la televisión de Nueva York, durante su juventud, rechazaba el contacto humano. El aislamiento fue durante la última parte de su existencia un objetivo primordial. A la entrada de su casa ya se avisaba al visitante de que no iba a ser recibido si su nombre no aparecía junto a la inscripción. Sólo de tarde en tarde compartía unas horas de alegría con sus amigos. Su casa se convirtió en su monasterio, un lugar donde apartarse para comprender, pero no pudo mantenerlo ajeno a la trajedia. Permaneció a solas, en su mundo, que era el pedazo de tierra que rodeaba su hogar. Sus personajes comparten esta percepción de la vida, desencajados, amnésicos, tienen algo en común con los de Bacon, y la visión de su autor se transmite en sus rostros, en sus ojos: desasosiego, extrañeza, incredulidad, pero sobre todo silencio. Miller cuenta la otra cara de la existencia, la que todos nos esforzamos por dar la espalda, por olvidar.










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