viernes, 8 de febrero de 2013

+ Reciclando el marco de la abuela


El arte moderno suele huir de los marcos. Las razones son varias pero a mi parecer la más importante es la económica. El artista tiene que costear todos los gastos de su arte, que no son pocos. Y el marco supone un gasto más. Así pues, si puede obviarse mejor. Es verdad que muchas piezas de arte moderno no necesitan ser encuadradas. La fuerza que poseen acaba en el límite de la tela y un cerramiento sería superfluo, incluso molesto.

Sin embargo, a veces el marco añade un plus de contenido a la pintura. Puede ser algo muy simple, una línea más de la obra. O bien algo poderoso, como es el caso que os presentamos hoy. En estos trabajos de Ñaco Fabré el juego entre la sencillez del contenido y el amaneramiento del marco crea una tensión excelente. La pureza del trabajo se diviniza, se ennoblece con el dorado y sus resabios de retablo barroco. Pasado y presente se dan la mano y se llevan bien, se gustan.

Ciertamente, los marcos que aparecen en estas obras están hechos a medida y a posteriori, una vez finalizada la pintura. Sin embargo nosotros podemos recorrer el camino inverso. ¿Quién no tiene un marco de la abuela guardado en el trastero sin saber qué hacer con él? Es demasiado anticuado para convivir con nosotros, pero su calidad no nos permite desecharlo. Es muy probable que el marco contenga una obra de pobre valor artístico. En este caso nos despediremos de ella sin mucho rubor. Luego tomaremos la medida del interior del marco y conseguiremos un bastidor entelado de esas dimensiones sobre el que trabajar. Acabada la pintura, será abrazada cálidamente por la moldura que la estaba esperando y el recuerdo de la abuela volverá a estar presente en la pared de nuestro hogar.




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