viernes, 1 de junio de 2018

+ Sumergirse en la vida +


Otro de los artistas que me llamó la atención en el viaje a Ibiza fue Claire Fontana, también dedicada a la escultura. Nacida en Estrasburgo en 1972, cursó estudios de escultura y pintura en la Escuela de Artes Decorativas. Posteriormente en 1995 marchó a Carrara, en Italia, para tomar la especialidad de escultura y durante tres años estudió en la Academia de Bellas Artes de esta ciudad. Hoy vive y trabaja entre Francia e Italia y sus esculturas se encuentran en colecciones de toda Europa.

La obra de Fontana es en bronze y vidrio, y aunque trabaja el gran formato, lo que yo vi en Ibiza era de pequeño tamaño. Sus esculturas son la congelación de un instante, una dinámica en plena tensión que ha sido captada en toda su fuerza. Burlándose de la gravedad, el pesado bronce se torna pluma y el frio y duro cristal metamorfosea en un líquido fluido y flexible, así es la magia que consiguen sus piezas. El metal está trabajado con libertad, sin buscar un acabado perfecto, porque quiere transmitir el movimiento de algo orgánico y vivo. Además, el color azul del agua es tan intenso que cautiva los ojos, minutos incontables pasan sin que desees apartar la vista de su hechizo. Su superficie plana pero no perfecta, recuerda claramente al líquido antes de ser horadado por el saltador, que lo penetrará limpiamente y provocará mil salpicaduras a su alrededor. Es un feliz engaño, placentero, veraniego, “joie de vivre” (alegría de vivir).

El mensaje de Fontana es claro, no hay que desperdiciar más el tiempo con excusas y lanzarse al mar, que es la vida, sin miedo. No dejemos pasar las oportunidades, no hay nada que temer, vamos acompañados.






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