viernes, 8 de noviembre de 2019

+ Centro Niemeyer +


Paso a paso este verano, andando por el Camino del Norte, volaron los pueblos, las playas y los hostales por delante de nuestros ojos. Cada día una ruta nueva, otro alojamiento, un desayuno distinto y un restaurante diferente, con menú, eso sí, que éramos peregrinos. Como en la vida misma, quemando etapas a una velocidad moderada pero constante, llegó un punto en que empezaba a ser difícil recordar qué comimos ayer, dónde dormimos anteayer, qué ciudad nos acogió el día previo a ese…

Las vivencias se fueron borrando fácilmente de la mente, igual que sucede en nuestra casa, donde no hay sitio para tantos cuadros, y los almacenamos en los rincones y en los armarios. Pero hay cuadros que no se envían al trastero, que siempre siguen colgados, porque nos gustan especialmente. Así hay recuerdos que persisten, que no se esfuman. Uno de esos es el centro Niemeyer de Avilés. Por el contraste. Esa ciudad portuaria con tanta solera, de calles porticadas con columnas inmemoriales, persianas coloreadas y olor a sidra saliendo de las tabernas, posee un museo que parece caído del espacio sideral. Inaugurado en 2011, el centro Niemeyer es la única obra en España del genial arquitecto brasileño, que le da su nombre. Sus espacios se abren a todo tipo de manifestaciones culturales, ya sea música, cine, teatro, danza, pintura, fotografía…

Allí pude disfrutar de una exposición titulada “La unidad dividida por cero”, que reúne por primera vez al reconocido artista Juan Genovés con sus tres hijos: Pablo, Silvia y Ana. Juan Genovés, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1984, está convencido del poder transformador del arte y de la necesidad del artista de comprometerse con su entorno. Su reflexión actual es la del “individuo solo” y la “multitud”. Los cuadros son escenas a vista de pájaro donde no hay ni edificios, ni carreteras, ni árboles, ni ninguna pista que nos refiera a un paisaje común, creando así una fuerte sensación de ansiedad y desubicación. Con ello, en palabras del historiador Calvo Serraller, Genovés “intensifica lo absurdo, la desorientación, y hace la fragilidad más palpable y urgente”.






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