viernes, 2 de octubre de 2020

+ Cosas que vi este verano II +

 Seguimos andando por Asturias, tierra de vacas y de girasoles, sobre todo caminando junto al mar. La semana pasada os mostré un grafiti entrañable que alguien quiso dedicar al pequeño de la casa. Cada vez se ven más pinturas hechas en las paredes por el simple placer de pintar e inventar. Los observadores nos deleitamos en la destreza del artista, su creatividad, ingenio y capacidad para abarcar esos espacios enormes de los muros.

Pero a veces el grafiti es un grito que clama al público, o al cielo. “Vacas sí, oro no”. Cuando encontré este mensaje me quedé intrigado ¿Qué pretende el autor con semejante afirmación? Claro, hay códigos que sólo los que son de allí pueden entender. Nosotros, turistas extraterrestres que acabamos de hollar por primera vez esas tierras no podemos conocer sus pesares y preocupaciones, sus luchas y discusiones.

Luego, volteando la esquina del edificio, con unas letras improvisadas y desmañadas, se entendía todo: “Mina no”.

Mina no, vacas sí.

Entonces lo comprendí. Y se abrió ante mí el drama del campesino que ve el agua sanadora y cristalina que baja de los Picos de Europa embarrada y sucia por la avaricia del alma que codicia el brillante metal. Unos pasos más allá, las vacas impasibles e ignorantes del destino del corazón de la montaña.






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