viernes, 23 de octubre de 2020

+ Un mundo virtual +

 Nuestra compañera Ángeles sigue en Australia. Hace poco me escribió para compartir varias fotos que ha tomado de grandes silos intervenidos. Ya hemos hablado alguna vez en este blog de los silos de Australia. Pero no puedo sustraerme a poner estas fotos de una amiga que ha podido verlos de primera mano. Tantas veces hablamos de cosas que hemos contemplado sólamente en una pantalla. Y la pantalla lo falsea todo. Porque las fotos nunca muestran los matices de las texturas. Las pinceladas se aplanan, los relieves se difuminan, los tonos se pierden, los colores cambian. 

Otra grave consecuencia de ver las cosas en el móvil o la tableta es que las proporciones se igualan. Es indiferente ver una maqueta o la mismísima catedral de Burgos, en una pantalla todo tiene el mismo tamaño. Esta frustración la experimentamos cada día al revisar el instagram. Porque las reproducciones de nuestros bocetos tienen el mismo tamaño que las de los grandes cuadros, ¡pero el padecimiento de un gran formato no tiene nada que ver con lo que hacemos en un DinA4!

Y hoy en día todo lo comemos por el televisor. Hacemos la compra en la computadora, viendo los productos virtuales. Adquirimos ropa, electrodomésticos, móviles y libros sin haberlos visto realmente. Incluso, un vecino mío alemán, se compró la cocina entera por internet. Todo eso está muy bien, pero nosotros somos artistas físicos. Nuestro trabajo es con la materia. Aunque hoy en día también hay artistas virtuales, cosa que respeto mucho. Pero necesito ensuciarme las manos. El perfume de la pintura me embriaga. Luchar la mezcla de color en la paleta es una batalla adictiva. Luego, mostrar el resultado en pulgadas crea una profunda distancia entre la obra de arte y la apreciación del observador digital.

Por eso hoy, aunque no podamos sustraernos a esta pantalla que nos ata, tenemos una compañera que lo ha podido ver en toda su magnitud. Ha sufrido el tedio de conducir horas y horas para llegar a un páramo donde contemplar una sóla obra de arte cada vez. Ha sentido el calor del sol mientras observaba esos enormes silos plantados en medio de la inmensa llanura. Ha sufrido la tortícolis de mirar hacia arriba durante tanto tiempo. Ha tocado los muros y valorado el paso del tiempo sobre la pintura, detalles que la fotografía borró por completo. Nosotros compartimos apenas un sorbo de su experiencia. Algo es algo.






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