viernes, 5 de diciembre de 2014

+ Arte en piedra +

Al trabajar en el mundo de la pintura nuestro ojo artístico poco a poco se va desarrollando y es capaz de descubrir grandes obras en los lugares más insospechados: una pared envejecida del barrio de la Calatrava donde el enlucido se desprende y nos permite ver los revocos de tiempos inmemoriales; la puerta de la casa del pueblo donde la madera lucha a diario contra el sol y la lluvia; los posos del café que hemos saboreado después de comer formando dibujos caprichosos en el fondo de la taza… La vida está repleta de detalles henchidos de riqueza y matices que luego luchamos por llevar a nuestros cuadros.

Recientemente estuve en casa de un familiar en la marina de Llucmajor. Es una zona de mucha roca y poca tierra, donde los payeses tuvieron que desplegar todo su talento e inteligencia para poder sobrevivir, obteniendo agua y alimento de un entorno hostil. Pudimos recorrer los distintos ingenios que habían creado para conservar el líquido vital, producir materias primas como cal y carbón, hacer parir a la tierra algo que llevarse a la boca y transformarlo con hornos y molinos. Si hay alguna cosa que sobra allí son piedras, y los habitantes aprendieron a utilizar este superávit para realizar construcciones extraordinarias que el paso de los años estaba haciendo desaparecer. Ahora pacientemente las están recuperando. Viendo los márgenes reconstruidos, metros y metros de muros, kilómetros de pared seca, me sentí ante una obra de "Land Art". El duro mineral adquiría unos patrones elegantes, rítmicos, armónicos. La materia tosca, burda, era ordenada y perfilada para mostrar todo su potencial dentro de la más pura sencillez. Sabiduría del pasado latía a cada paso, ordenando el territorio con un plan preciso, práctico y a la vez estético, cual un escultor que empleara todo el paisaje para su trabajo. Arte y naturaleza  en un perfecto abrazo.








1 comentario:

  1. Basta pensar en el reconocimiento reciente de Patrimonio de la Humanidad que ha recibido la isla de Mallorca, y más concretamente la Serra de Tramuntana que, lo ha sido no por la sierra que de por sí es bella sino por la ingente obra esculpida en piedra que la cubre toda de "marjades". Una obra que habla de la dureza de la vida pero también de la belleza.

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