viernes, 31 de octubre de 2014

+ Y de postre, arte +

Recientemente leí una pequeña noticia sobre los postres que ofrecen en la cafetería del MoMA de San Francisco y me abrió el apetito. Los que me conocen saben cómo me gusta el dulce, seguramente porque mi madre no puede terminar de almorzar sin algo azucarado en la boca y hemos comido a su mesa desde pusimos el pie en este mundo. Todos los hermanos compartimos este hábito excepto mi hermana, que únicamente agradece el chocolate de postre. Y cuenta mi madre que cuando quedó embarazada de ella aborreció todo el dulce excepto el negro manjar del cacao. Ella se extrañó mucho pero después de dar a luz el paladar le volvió a la normalidad. Así que este capricho debe venir no sólo de educar el gusto en su mesa, sino también de los genes transmitidos generación tras generación desde antepasados lejanos.

Volvamos a las tartas. Leyendo una entrevista a Caitlin Freeman, que es la artista pastelera, supe que acabó en estos menesteres de forma totalmente fortuita. Era una adolescente que no tenía ni idea de lo que quería hacer en la vida, como la mayoría de nosotros en la juventud. Le gustaba la fotografía y mientras cursaba esta materia en el UC. de Santa Cruz, California, iba amenudo a visitar las galerías de arte y el MoMa de San Francisco. Allí quedó cautivada por una pintura de Wayne Thiebaud de unos pasteles, tal vez porque en aquella época trabajaba en una panaderia como contable. Al graduarse entró en el mundo de las tecnologías informáticas, que ella odiaba. Pensó que debería centrarse en fotografiar pasteles y qué mejor que primero aprender a cocinarlos. Para ello estuvo doce meses ayudando gratuitamente en una pastelería. De pronto y por azar le propusieron formar parte del negocio y durante ocho años se afanó como pastelera a todas horas los siete días de la semana. Fue un aprendizaje enriquecedor y agotador, por lo que acabó vendiendo su parte. Pero, enamorada ya irremediablemente de la repostería, no podía dejar el sector. Empezó a trabajar para la empresa de su marido que era proveedor de cafeterías, proporcionándole pastelería para los locales. Más adelante el MoMa de San Francisco se puso en contacto con ellos para abrir una cafetería en el jardín de las esculturas, que Caitlin actualmente dirige.

Lo que más me gusta de los pasteles es que no son una copia burda y simplista de los originales sino que se sirven de ellos como inspiración. Algunos están más cerca de la obra primitiva, otros son más propios, pero todos tienen un toque único, de maestra repostera, que hacen volar la imaginación de nuestro paladar. Sus trabajos han tenido tanto éxito que acaban de publicar un libro que los recoge. A continuación os ofrezco los postres Mondrian, Diebenkorn y Lichtenstein. Buen provecho.









- Semana 7 - Titi


- Semana 7 - Victòria


- Semana 7 - Carmen


- Semana 7 - Clara


- Semana 7 - Coloma


- Semana 7 - Elena


- Semana 7 - Elisabet C.


- Semana 7 - Elisabet S.


- Semana 7 - Ester


- Semana 7 - Gloria


- Semana 7 - Irene


- Semana 7 - Llorenç


- Semana 7 - Magdalena


- Semana 7 - Maike


- Semana 7 - Maria Antònia G.


- Semana 7 - Mercè A.


- Semana 7 - Mercedes L.


- Semana 7 - Natalia


- Semana 7 - Sebastiana


viernes, 24 de octubre de 2014

+ Cosas que vi este verano IV +

¿A estas alturas de octubre y todavía hablando del mes de agosto? Es cierto, pero ¡es que el verano da para mucho!…

Durante los meses estivales se podía visitar en el centro cultural de "La Misericordia" de Palma una interesante exposición del artista Joan Sastre titulada "Documentos destruidos". El trabajo de este artista, nacido en Selva en 1961, discurre a medio camino entre la pintura y la fotografía.

En este caso el punto de partida son fotografías de restos de hojas de papel que pasaron por una trituradora de documentos. Estas instantáneas están recortadas, duplicadas, deformadas, proyectadas en espejo… Todo mediante un programa digital de retoque fotográfico. Las imágenes, una vez concluidas, fueron impresas sobre telas de gran formato en algún centro especializado en esta clase de transferencias (hoy en día los fotógrafos imprimen sobre todo tipo de soportes pues lo importante son las tintas utilizadas, que deben garantizar una larga durabilidad de la obra). Una vez montada la tela sobre el bastidor se le aplicó una gruesa capa de resina de poliéster, que confiere un acabado cristalino, transparente y mágico al soporte. Al final, después de todo este proceso, el resultado es extrañamente pictórico. Como si un pincel computerizado hubiera barrido la superficie para modelar sus tonos, jugando con las briznas de papel a su paso. Los restos de la trituradora fueron la excusa para crear universos artificiales llenos de profundidad y sensibilidad. Lugares ignotos, parajes soñados, motivos cercanos y ajenos a la vez. 






- Semana 6 - Isabel


- Semana 6 - Magdalena


- Semana 6 - Mercè A.


- Semana 6 - Mercedes L.


- Semana 6 - Silvana


- Semana 6 - Tutes


- Semana 6 - Victoria


- Semana 6 - Elisabet C.


- Semana 6 - Eva


viernes, 17 de octubre de 2014

+ También a oscuras +

Uno de estos días iba paseando junto a la bahía en dirección al Molinar, disfrutando del rumor del oleaje y el horizonte infinito aún estando en la ciudad. La noche saludaba tranquila, plácida, sin viento y las luces de Palma pintaban la escena con sus destellos.

Al llegar al dique que encierra dicho puerto apareció un nutrido grupo de turistas (hablaban en alemán) acompañados de un guía que organizó el evento. Era algo sencillo: utilizaban unas bolsas de papel que poseían un alambre circular con una placa en su centro. Allí se situaba una vela de éstas que ya vienen con su cubilete de metal. Todo baratísimo y fácil de conseguir. Al instalar la mecha en el interior de la estructura el fuego calentaba el aire y, como el montaje pesaba tan poco, enseguida tomaba el vuelo por los aires de forma mágica. La noche se llenó de luciérnagas inesperadas dibujando rutas caprichosas en el aire.

Me acordé de la última entrada del blog sobre la instalación en la iglesia a oscuras. Y pensé que la principal diferencia entre el montaje de Shiraishi y lo que yo estaba contemplando era que el primero se había hecho con una intención artística mientras que este acontecimiento era puramente lúdico (obviando, claro está, el tema económico). Porque el valor estético de aquello que estaba observando era grande. No había ningún contenido porque no era el objetivo, pero era fácil encontrarlo. Los actores de la performance ponían lo mejor de sí mismos en el mensaje que lanzaban al cielo. Sus risas llenaban las bolsas de buen humor y su luz se fundía primero con la de la ciudad, luego con el cielo y más allá. El final de la actuación, en vez de ser una documentación fotográfica testimonial del suceso, consistiría en unas cervezas alrededor de una mesa sin más pretensión que despedir una noche artística.










- Semana 5 - Mercè A.


- Semana 5 - Titi


- Semana 5 - Carmen


- Semana 5 - Elisabet C.


- Semana 5 - Ester


- Semana 5 - Eva