viernes, 10 de octubre de 2014

+ Cosas que vi este verano III +

Una iglesia es, sin duda, un lugar adecuado para la interiorización. Volverse hacia uno mismo supone en cierta medida suspender la actividad de los sentidos, apartarse del mundo exterior para percibir una realidad más propia y sutil. Seguramente debe ser este el motivo por el que la iglesia de los dominicos de Pollença, actualmente convertida en sala de exposiciones, incita a los artistas a mostrarla a oscuras. Los que seguís este blog recordaréis cómo hablaba en septiembre del año pasado de un montaje de la artista Amparo Sard dentro del templo, que permanecía con las luces apagadas. Cuál sería mi sorpresa al acceder este verano y descubrirlo de nuevo en penumbra.

En este caso se trataba de una instalación de la artista Yuko Shiraishi titulada "netherworld". Entrando, en el centro de la nave se podía percibir una estructura metálica bañada en una luz multicolor, que iba cambiando su tono con el paso del tiempo. Al acercarte descubrías un prisma de  dimensiones humanas formado por varillas, que se asemejaba mucho a un sarcófago. En su interior estaba alojado algo parecido a un cuerpo envuelto en un sudario. La sutileza y abstracción de la estructura le quitaba dramatismo al montaje. Era más bien una figura celeste, la idealización de un hecho inevitable, la síntesis del final. El cambio cromático infundía vida a la estructura, como si el silencio estuviera habitado, palpitante. Tal vez si en lugar de exponerse en agosto, con su calor agobiante y sus verbenas veraniegas, la instalación se hubiera mostrado al inicio de la primavera, el simbolismo de final (y nuevo comienzo) hubiera adquirido sentido pleno.








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