viernes, 25 de mayo de 2018

+ Con el tubo en la cabeza +


Estuve hace poco en Ibiza con la excusa de la semana medieval que organiza el Ayuntamiento, para conmemorar la declaración de D’alt Vila como patrimonio de la humanidad. La isla pitiusa es mucho más dispersa que Mallorca, los pueblos casi no tienen entidad, las casas se desparraman por el campo de forma arbitraria. Y las galerías de arte también. Puedes encontrar un centro de exposiciones en medio de cualquier carretera. Así que fuimos parándonos aquí y allá para ver el pulso artístico de la isla.  

Uno de los creadores con los que topé fue Carlos Tárdez. Nació en Madrid en 1976, licenciado en Bellas Artes, su trabajo se enmarca en lo que podríamos llamar realismo simbólico. Trabaja con igual comodidad la pintura y la escultura. De hecho, él cuenta que se pasó años dedicado solamente al dibujo, y eso hizo que se interesarse primero por la escultura. Generalmente figuras de pequeño tamaño, en resina policromada y reutilizando objetos, así son las que vi en Ibiza. Llenas de ironía y buen humor. Empezando por “Muy macho”, con una bala de escopeta en el sexo, no hacen falta más palabras. El faquir, sentado sobre un cepillo, me dejó una sonrisa en la cara durante toda la jornada. Interpreté el superhéroe con cabeza de tubo de pintura como nuestro santo patrón. Es cierto, incluso yo algunas veces me he despertado soñando que pintaba, el tubo ya se me metió en el subconsciente. La obra está bautizada como “Luchador”, bien saben todos los que vienen al taller que lo nuestro es una verdadera lucha, y a menudo nos dejamos la piel en ella. Sí, los títulos de las obras son importantes. Por ejemplo, la pieza con el croissant en la cabeza se titula “Minotauro”, nada más clarificador y provocativo.

Tárdez también pinta con maestría. Los animales son muy importantes en esta faceta y su simbología muy rica. En la web cita a Albert Camus: “Lo humano que hay en mí no es ni mucho menos lo mejor”. En Ibiza pude ver el corredor titulado ”Liebre”, un óleo trabajado con precisión y elegancia. Los espacios vacíos de la obra le dan contenido y misterio. En su web (carlostardez.com) podéis ver otros animales, como monos, tigres o tortugas. Tárdez afirma que “los animales son una excusa para contar las cosas con ironía”, “son ideas que todos tenemos y las disfrazo de animales para no hacerlas tan evidentes”. Son reflexiones sobre nosotros los humanos, tan incomprensibles a veces, pasionales, contradictorios.

Confío que viendo los trabajos de Tárdez también os quede la sonrisa puesta en la boca toda la jornada.







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