viernes, 4 de diciembre de 2020

+ Despedida aborigen +

Os he hablado algunas veces de Ángeles en el blog. Ha estado un año viajando por Asia, especialmente Australia, compartiendo de vez en cuando el arte que encontraba a su paso con nosotros. El año ha volado y ya está de nuevo en esta pequeña isla, nuestro gran hogar. Pero antes de regresar envió las últimas instantáneas, esta vez de arte aborigen. No puedo más que compartirlas con vosotros, pues estamos tan embebidos de nuestros códigos occidentales, que cualquier otro lenguaje supone un soplo de frescura y vitalidad en nuestra mente.

La primera imagen es un grupo escultórico. Representa un baile. Celebran un buen día de pesca. Los bailarines llevan una cinta roja, y también hay músicos. La expresión del rostro del detalle es brutal; lleno de poder, seguridad y misterio.

La segunda instantánea, siguiendo la descripción de Ángeles, “son unos bastones que usan para cavar. Siempre los llevan encima, son muy importantes para su vida en el desierto: cavan, buscan comida, se apoyan. Los dibujos, en realidad grabados con fuego, son únicos y, al parecer, propios de cada individuo, como el carnet de identidad. La punta (que ya es decoración y no suele estar en los bastones de cada día) es cerámica y la unen con tendón de canguro, que allí es lo más fuerte que hay. Calentado al fuego, lo usan para unir las piezas y cuando está frío ya no hay quien lo separe ¡Mejor que el superglue!”.

Tan lejanas de nuestras convenciones artísticas, cuán inspiradoras son esas figuras, esos dibujos. Comprender otras formas de expresarse es como aprender nuevos idiomas, permite ampliar el pensamiento. Viajar tiene sentido cuando sirve para expandir la mente, por eso no puede hacerse deprisa y corriendo. Nadie aprendió un nuevo lenguaje en dos días.







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