viernes, 16 de mayo de 2014

+ Un nuevo enfoque cada día +

El otro día leía un artículo en el Diario de Mallorca sobre el trabajo del ilustrador canario Pepe Moll. Este autor ha dibujado más de mil cubiertas para Alba Editorial. Hablaba de lo importante que es el diseño de la portada a la hora de vender un libro. Y explicaba el itinerario recorrido hasta llegar a algunas de las portadas de las que se siente orgulloso, como la de Madame Bovary o David Copperfield. En ambas Moll relata la dificultad de concebir una idea para unas historias que todo el mundo ya conoce. Haciendo referencia a la Bovary dice:

"En otras ediciones siempre estaba la señora del siglo XIX. Yo he puesto una cosa que en efecto está en el libro, pero un poco escondida. Hay toda una historia con los zapatos, el fetichismo de los pies, una cosa tan femenina…

En David Coppererfield siempre se ha colocado a un niño en la portada. Nosotros pusimos un cocodrilo que encontré en un libro inglés del siglo XIX. Copperfield cuando era pequeño leía un libro en el que había un cocodrilo. Y al final del relato enseña ese libro a su hijo."

Las dos portadas son sencillas y elegantes, sugerentes, llenas de intensidad. Y pensé que esta actitud es básica tanto en el arte como en la vida. Pues van pasando los días en el taller y al final sentimos que nos repetimos. Los mismos colores, similares temas, mismas soluciones; caemos en la rutina. ¿Y en la vida? Mismo horario, mismo trabajo, mismos compañeros, similares problemas… Establecer pautas diferentes, soluciones nuevas y enfoques distintos es imprescindible. Dichosos los que saben descubrir el botín y el cocodrilo escondidos en la rutina de cada día.





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