Os recomiendo visitar la exposición que bajo el título
“Miradas Cruzadas” se puede ver en el Caixaforum de Palma. La muestra hace
referencia a las tensiones entre realismo y abstracción que han sido constantes
en el arte del siglo XX. A través de la pintura, escultura y fotografía de
autores consagrados de la modernidad se cruzan diferentes formas de ver, unas
de tipo documental y otras resultantes de la exploración personal.
En la planta baja llama la atención la sala en la que están
reunidas tres obras de gran tamaño de pintores consagrados del arte
contemporáneo. Todas usan la textura como forma de transmitir un mensaje pero
cada artista lo hace de una forma totalmente personal. De hecho, más que mirar
los cuadros, apetece tocarlos, saborear su superficie con los dedos, cerrar los
ojos y sentir el contacto de sus materiales. Aunque no os recomiendo que lo
hagáis pues saltarían todas las alarmas.
Está en primer lugar Miguel Barceló, con una textura ligera
y sedosa que sugiere cantos rodados y suave tierra. El efecto mórbido y dulce
se apoya coloreando una sombra ligera que sigue un patrón direccional. ¿Hay
algún esquema oculto tras la distribución de las piedras? Todo sigue una lógica,
aunque sea una situación aparentemente banal.
José María Sicilia en cambio tiene un relieve duro y
quebradizo, lleno de matices. Su “flor negra” más bien aparece como la
superficie de un muro atacado por el implacable paso del tiempo. Sus huecos
quebrados y desconchones tienen algo de flor marchita, agostada.
Por último Anselm Kiefer expande todavía más el relieve
utilizando barro, cuerdas, semillas, arena y hasta las mismas flores de girasol
secas. Las pipas de la flor han caído sobre la tela copiosamente, como un
diluvio inquietante que se asemeja a un enjambre de insectos. Bajo ellas se
sugiere una montaña, Montsalvat, lugar mítico que se relacionaba con el Santo
Grial.
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