viernes, 20 de noviembre de 2015

+ Ponerle un jersey a la plaza +

Estas dos ultimas semanas hemos estado hablando de arte urbano, de cómo la pintura, el color, pueden modificar una plaza, un barrio entero, y con ello el sentimiento de pertenencia de la gente que lo habita. El grupo Boamistura lo describe así: “Entendemos nuestro trabajo como una herramienta para transformar la calle y crear vínculos entre las personas. Sentimos una responsabilidad para con la ciudad y el tiempo en que vivimos”.

De todas las propuestas que podéis ver en su web (www.boamistura.com) he elegido la de Dream Hamar. Por un lado quería mostrar cómo no sólo hay grandes muralistas en el extranjero, sino aquí cerca. Boamistura tiene nombre portugués, pero son cinco amigos que desde los quince años están juntos pintando paredes y muros y tienen su cuartel general en Madrid. Por otra parte me gustó el hecho de que la base sobre la que se hizo la intervención no era una pared ni una fachada, ¡sino el suelo mismo que pisamos! Todo se puede pintar, ¿porqué no el piso? Nosotros lo hicimos recientemente con la Fundación Vicente Ferrer, pero en este caso la superficie a intervenir era enorme, 1500 metros cuadrados de plaza. Y el resultado sería permanente.

Ellos mismos explican el punto de partida y la inspiración de este mural. Está realizado en la ciudad de Hamar, la tercera de Noruega en tamaño, situada en el interior del país, junto al lago Mjosa. La céntrica plaza se había convertido en un parking y se quiso recuperar el espacio para los vecinos. Después de pocos días de vivir en Noruega los de Boamistura pudieron apreciar el amor de los noruegos por los patrones, que adornan sus guantes, gorros, calcetines y jerseys. Estudiando sus orígenes y principales diseños buscaron una interpretación contemporánea. 

Una pintura en el suelo supone que el observador no puede captar la imagen en su totalidad (a no ser, claro está, que suba al edificio más alto de la plaza y se asome a la azotea). El público circula dentro de la obra de arte literalmente, captando un detalle, un color, una linea, una curva. Poco a poco el intelecto va forjando el diseño como un concepto, en el plano mental, y sobre él se desplaza. Viviendo dentro del mismo cuadro como una experiencia literal, somos una pincelada más en movimiento.









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