viernes, 8 de enero de 2016

+ Retratos olvidados +

Acabamos de empezar un nuevo año y qué mejor que hacerlo con buen humor y creatividad, como la que tiene el artista y director de cine Julien de Casabianca. Originario de Córcega, en una de sus muchas visitas al Louvre reparó en el retrato de una muchacha, situado en la esquina de una de las vastas salas del museo. La soledad del cuadro, uno entre miles más, apiñados en los muros, inspiró a Casabianca la forma de dar a estas obras olvidadas una segunda vida. Tomó una foto de la chica, la imprimió sobre un papel y la pegó en la calle. Luego tomó una foto y la colgó en www.outings-project.org. Con esto dio comienzo a un proyecto abierto a todos, donde se nos invita a seguir sus pasos. El objetivo es devolver la atención a aquellas pinturas de nuestros museos que han caído en el olvido, favoreciendo que recuperen el protagonismo que se merecen. En la web se nos recomienda utilizar cola de papel respetuosa con los tabiques y buscar lugares adecuados para el arte urbano, como muros abandonados y paredes descuidadas. Es cierto que no es un proyecto barato, pues imprimir estas imágenes a gran tamaño y en color no es económico, pero el resultado es sorprendente.

No sólo los personajes son obras de arte que nos salen al encuentro, las mismas fotos que de ellos se toman pueden ser trabajos excelentes, como las que añado más abajo. Las tres primeras son simplemente las pinturas en su nuevo ambiente. El hecho de sacar a los retratos de su entorno les da un protagonismo que se mueve entre el afecto, el humor y la ironía. Como la enjoyada señora bañada en perlas y colocada bajo un puente. O la mujer enlutada sobre una pared pintada de rojo, como si la pasión que está reprimiendo tiñera todos los ladrillos. En el tercer caso parece que el muro está contando lo que piensa San Cristóbal, al llevar al niño Jesús en brazos.

Las fotos en las que aparece público real interactuando con los retratos son todavía más sugerentes. En esos casos el personaje ficticio adquiere la vida que posee el que lo está observando. Así, el perrito blanco está atemorizado ante un guerrero con ese porte, incluso su dueña le contempla aprensiva. En las dos siguientes el juego de miradas revela una historia fugaz. Por último los chavales, con sus gorros a juego con las ropas del personaje medieval, están esperando el juicio que sentencia la margarita. Pura magia.










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