viernes, 18 de octubre de 2019

+ Vicente versus Guerrero +


Soy un gran admirador de los collages de Esteban Vicente. Esas obras hechas de simples recortes de papel y lineas de carbón tienen una sensibilidad extraordinaria. No sólo por el juego de formas sino también por los colores, tan mesurados, naturales, cotidianos. De esa sencillez que cuesta tanto hacerla surgir. Y hete aquí que, este verano, caminando por el camino del Norte, encuentro en Oviedo una exposición que ponía en paralelo a este autor con su contemporáneo José Guerrero. A primera vista pueden parecer muy diferentes, pero tienen tantos puntos en común, que era extraño no haber realizado todavía una exposición con obras de los dos.

Estos dos pintores son los únicos españoles que formaron parte del Expresionismo Abstracto allí donde se estaba gestando, en Nueva York. Ambos estudiaron Bellas Artes en la facultad de San Fernando de Madrid. Ambos marcharon después a París y allí conocieron a las que fueron sus esposas, norteamericanas las dos, por lo que terminaron residiendo en ese país. Vivir en la Gran Manzana les permitió conocer a los pioneros de esta nueva corriente del arte: Pollock, Rothko, Motherwell… Abandonando sus inicios figurativos, acogieron esa forma de concebir la pintura y acabaron exponiendo en los circuitos del arte más reconocidos de la ciudad. Ambos volvieron a España en su vejez y poseen sendos museos que conservan importantes fondos de su obra, Guerrero en Granada, Vicente en Segovia.

Cuando te gusta un pintor, si conoces su trabajo y recorrido, al visitar una exposición suya es como encontrarte a un viejo amigo. Saboreas sus obras con otra perspectiva, como de reencuentro. Y sales de ella con electricidad en las manos, pues la inspiración siempre nos lleva al trabajo propio, donde nuestras amistades salen a relucir.









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