Todos navegamos en un mar incierto y a pesar de nuestro
empeño en mantener la embarcación a flote, el paso del tiempo podrá con ella.
La belleza de la vida es exuberante y pasajera a la vez. Nuestro amor a la
existencia está teñido por el dolor de la pérdida. Aquí está el drama que nos atrapa
y que el arte refleja una y otra vez, pues no llegamos a comprender el fondo de
tanta contradicción.
Este destino inexorable se percibe en toda su intensidad en
las fotos de la artista Helen Pynor. Australiana de origen, vive en Londres y
si alguno tiene la fortuna de viajar en breve a esta ciudad podrá contemplar
las obras en la galería Dominik Mersch en una exposición titulada “The life
raft” (la balsa de la vida).
El punto de partida es una colección de insectos y
crustáceos que descubrió en su tierra natal. Se sabe por las anotaciones que
fueron recolectados en Europa y África a partir de la década de 1760 y
continuando hasta el siglo XX. Sin embargo la historia del coleccionista(s) y
del periplo de las muestras hasta Sidney se ha perdido. El hallazgo habla de la
disolución tanto de los especímenes como de aquellos que los recogieron.
La autora ha fotografiado los animales en descomposición con
toda la carga romántica que los envuelve. Vivos colores y montones de polvo,
delicadas anotaciones científicas junto a patas y alas rotas. El premeditado
orden y alineación se va perdiendo a medida que los insectos se desintegran.
Para enfatizar el efecto ha utilizado las técnicas fotográficas tradicionales y
láminas de gelatina de plata para crear imágenes atmosféricas que encarnan los
ricos tonos y la complejidad de la colección. Estas imágenes están enmarcadas
en unos cajones de madera acristalados iguales a los que poseía el material
original.
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