La primavera ya está entre nosotros. Ha subido la
temperatura y a pesar de este insistente viento que nos alborota el pelo al
salir a la calle, el campo se ha cubierto de flores. Según Eckhart Tolle las
flores son en las plantas lo que la iluminación es en el ser humano. De repente
una nueva dimensión completamente diferente y extraordinaria se hace presente
en el ser. Es cierto que la finalidad de la flor es la reproducción de la
planta. Sin embargo, son tan extraordinarias, que no podemos dejar de maravillarnos
frente a tanta exhuberancia. Y los artistas nunca se han cansado de
presentarlas a nuestros ojos de mil formas.
La creatividad no tiene límites. Siempre hay una nueva
manera de expresarse aguardando a que una mente abierta sea capaz de
imaginarla. Por ejemplo, el trabajo de la artista-arquitecta Hong Yi. Sus
abuelos, originarios de Shangai, marcharon a Malasia durante la Revolución
Cultural, donde nació ella. Después de graduarse en Australia empezó a trabajar
en un bufete de arquitectos que la envió a su departamento en Shangai, ciudad
que la enamoró, cerrando el círculo de peregrinaje que iniciaron sus
antepasados.
Su trabajo se caracteriza por la originalidad en los medios.
A ella le gusta decir que pinta sin pinceles. La obra que os presentamos hoy es
un retrato que hizo de la Premio Nóbel de la Paz San Suu Kyi. Según relata su
biografía, era una costumbre del padre de la dama ponerle de niña flores
frescas en el pelo. Él murió asesinado junto a seis ministros birmanos en un
atentado. Este detalle de las flores frescas inspiró a Hong Yi en la conceptualización
del trabajo. Estuvo más de un mes investigando cómo reaccionan las flores
frescas a la capilaridad de abonos tintados. Utilizó el rojo como recuerdo de
la brutalidad de la muerte paterna. Después de un exhaustivo análisis de la
longitud más adecuada de los tallos, el tipo de corte, la flor más conveniente,
el tiempo de reacción, el nivel de colorante… Colocó una parrilla de 2000
flores blancas (3,5 x 3,5 metros) dentro de recipientes con la tintura. En tres
días las flores metamorfosearon del blanco al tono adecuado, como podéis
apreciar en la foto. La instalación pudo contemplarse durante cuatro días más,
hasta que el calor tropical de Malasia arruinó el efecto.
Lo que más me gusta de la obra es el hecho de la
transformación a rojo. En vez de utilizar flores de diferentes tonos para crear
la imagen deja que sea la vida misma la que dé luz al retrato. Las flores están
cortadas y separadas de su matriz, pero siguen transmitiendo su ser y
evolucionan con el ambiente. Se contagian de lo que se alimentan. La metáfora
de la biografía de la Premio Nóbel queda al descubierto: la sangre ha sido
vertida pero la esperanza se nutre de ella y alumbra nueva vida.
Para ver otros trabajos de la autora podéis consultar su
blog:
http://www.ohiseered.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario