El pasado 4 de abril se inauguró en el Rialto Living de
Palma una exposición del pintor Joan Bennàssar titulada “Belleza y Pasión”. Los
trabajos son obra gráfica del autor: monotipos realizados en el año 2003 y
también sus últimos dibujos. El tema que guía la muestra es la mujer como
fuente de belleza, magia, poesía y erotismo. Bennàssar trabaja las superficies
de forma delicada y sutil. Utilizando la línea como base de sus imágenes, el
limitado cromatismo les confiere un halo de eternidad.
Al poco de subir la escalera que conduce al altillo donde se
sitúan los cuadros, entre los rostros de mujeres que nos saludan con su sonrisa
encontramos una mirada diferente, casi altiva. Se trata de un desnudo fumando.
Y ahora que escribo estas líneas recuerdo que esta semana leí en la prensa que falleció
Sara Montiel. El periódico rememora su famoso “fumando espero” y no puedo
evitar pensar en ella. La mujer del cuadro inclina su rostro hacia un lado como
mirándonos de reojo. Está saboreando el placer del tabaco mientras nos ofrece
descarada la visión de sus senos desnudos. Sólo un collar y una pulsera la
cubren, a modo de fetiche erótico. Se ofrece y al mismo tiempo nos trata con
desdén.
Sexo y tabaco muchas veces van de la mano en el arte y en el
espectáculo. Ambos tienen que ver con el placer y el deseo. También el vino se
asocia con el sexo. No tanto la comida. No recuerdo en este momento ningún
cuadro de un desnudo rodeado de grandes manjares para degustar. En todo caso
algún bocado exquisito como símbolo de la dulzura del amor. Y es lógico, pues
aunque comida, bebida y sexo son impulsos básicos que nos mueven, quién tiene
ganas de sexo después de una gran comilona. Más bien nos llama la siesta.
Tradicionalmente el símbolo del erotismo en el arte es la
mujer, tal es el caso de la obra que comentamos. El pelo tiene mucho que decir
en estas obras. La melena suelta es signo de lujuria, como nuestra joven azul.
Recogérselo o cubrirlo con un velo supondría recato y distancia, recelo. El
hombre siempre aparece como observador de la obra. No está en ella sino que la
disfruta. Quizás en el siglo XXI, que puede ser el siglo de la mujer,
descubramos nuevos modos de ver el sexo y ya no sólo sea el cuerpo femenino el
que aparezca como objeto sexual. ¿Cómo expresarán ellas el deseo y simbolizarán
la pasión de lo físico?
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