sábado, 3 de febrero de 2018

+ Loving Vincent +

El pasado lunes estuve en el cine viendo una película que es un cuadro; extraño experimento, con un resultado excelente. Se trata de “Loving Vincent”, frase con la que Van Gogh despedía las numerosísimas cartas que envió a su hermano Theo, ("con cariño, Vincent"). Narra los últimos días del artista neerlandés. El largometraje (95 minutos) ha sido dirigido por Dorota Kobiela y Hugh Welchman y es una coproducción de Polonia y el Reino Unido. Tomando como punto de partida muchos de los cuadros que pintó el genio, se crearon ambientes donde los personajes reales actuaban y se movían. Después de filmar la película, un ejército de más de cien reconocidos pintores han repasado todas las escenas con el “estilo Van Gogh” de pincelada dura y expresiva, colores fuertes y empaste. 56.800 fotogramas pintados uno a uno al óleo durante varios años. El resultado de tanto trabajo es vibrante, intenso, vital.

Su argumento sigue el estilo de las novelas de Agatha Christie: una muerte ha tenido lugar, alguien investiga sobre ella y cada uno de los actores en el teatro de la vida ha percibido la situación de un modo diferente, y la interpreta según sus prejuicios y observaciones parciales. El film es de un colorido potente, pero continuamente salta al pasado en la memoria de los protagonistas, y entonces cambia a puro blanco y negro, el color de los recuerdos.

Os recomiendo que la veáis, si todavía la ponen, pues cuando fui ya sólo la programaban en una única sesión. Por un lado para comprender un poco más la vida de Van Gogh, su drama vital, los personajes que le conocieron y a los que retrató. Y por otro por ver unos fuegos artificiales, no de pólvora sino de pintura, sin moverse de la butaca. Empastes naranjas y ocres titilando en las mejillas de los actores, luminosos amarillos y juguetones azules en el cielo, entre los negros de los cuervos que vuelan sobre las pinceladas. Un cuadro en continuo movimiento, algo inaudito.











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