viernes, 22 de junio de 2018

+ Bajo el agua +


No abundan en el taller los hiperrealistas. Seguramente porque es un trabajo muy minucioso, y nosotros somos mediterráneos. Sí, el hiperrealista es un artista apasionado por el detalle. La forma que tiene de ver el mundo no es la del ojo natural. Nosotros vemos más bien al estilo de Velazquez, en sus retratos individuales. Nuestro interés se centra en una parte de la imagen, que se comprende nítidamente, con precisión. El resto se percibe borroso, difuminado, “sfumato”. Podéis hacer la prueba: mirar un retrato de una revista de moda durante unos instantes. Luego cerrar la revista, ¿cuántos detalles soys capaces de recordar? Normalmente los del rostro nos quedan grabados en la retina, el vestido se comprende sólo a grandes rasgos y el fondo apenas se recuerda. El artista hiperrealista, en cambio, desea conocer cada parte de la imagen como si tuviera el mismo nivel de importancia. Un botón de la chaqueta se describe con la misma minuciosidad que la boca o la nariz del protagonista. No es una visión humana, sino maquinal. Las cámaras fotográficas comprenden el mundo de este modo, aunque los entusiastas minuciosos no nacen en el siglo XX, sino que los ha habido en todos los tiempos. Recordemos, por ejemplo, a los bodegonistas flamencos. La admiración por cada tono de color, cada curva, cada pliegue, convierten la práctica de la pintura quasi en una meditación donde la pasión queda desterrada. Porque es cierto que en el hiperrealismo ya no queda lugar para el trazo personal, la expresividad, el arrebato, y el artista acepta el dictado que impone cada pequeño detalle.

Una maestra en esta forma de pintar es Samantha French (samanthafrench.com). Nacida y criada en el estado de Minnesota, EE.UU., Samantha French se graduó en el Instituto de Arte y Diseño de Minneapolis en 2005, aunque actualmente tiene su estudio instalado en Nueva York. La obra de arte de French explora la idea de la evasión, la tranquilidad y la nostalgia de los perezosos días de verano de su infancia. La artista lo describe así: “Utilizando recuerdos vagos pero intensos de mis veranos infantiles, inmersa en los tibios lagos del norte de Minnesota, trato de recrear la pacífica quietud del agua y la naturaleza, de los días pasados ​​hundiéndome y flotando, serena y relajada. Estas pinturas son un nexo de unión con mi hogar, con la sensación del sol en la cara, en los cálidos días de verano junto al lago.”

Nosotros en Mallorca también compartimos esos recuerdos de infancia con Samantha French, y ahora que la temperatura nos empuja al mar, a nadar y a dejar que el sol broncee nuestra piel, qué mejor que compartir una pintura tan sugerente.








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