Tengo vicios ocultos, como todos, y esos no los cuento en el blog, pero hay uno muy público, ya lo sabéis. Me gustan los libros de arte, a veces los adquiero de forma compulsiva. Un museo lo alcanzas a visitar sólo cuando viajas a tal o cual ciudad, pero los libros pueden incluso acompañarte a la cama, si te quedas dormido leyendo uno. Procuro moderarme porque los volúmenes pesan mucho, y uno tras otro acaban por llenar estanterías enormes. Cada vez que me he mudado de piso he maldecido esta costumbre mía de comprar libros, pero ¡cuanta riqueza hay en ellos! Luego está la terrible artimaña de los museos de hoy en día de poner la librería entre la exposición y la salida, paso ineludible para abandonar el edificio. No puedo pasar por la tienda con los ojos cerrados, me chocaría con cualquiera. Y de pronto, zas! Caigo en la tentación sin rubor. Años ha, paseaba voluminosos libros todo un viaje, y acababa renegando de ellos, y con dolor de espalda. Ahora he descubierto un nuevo método. Les saco una foto y al llegar al hogar los encargo por internet. Mis lumbares han agradecido el cambio.
Y en los viajes de este verano he comprado algunos que ahora podremos disfrutar todos en el taller. Aquí están, os los presento:
“Matisse, Erotic Sketchbook”. Ed. Prestel, 2017.
Vi este tesoro y lo adquirí de inmediato, puesto que, tan chiquitín, podía soportar su liviana compañía todo el viaje. Un buen puñado de dibujos maravillosos del artista, a lápiz o carbón.
“Looking at Pictures”. Susan Woodford. Ed. Thames & Hudson, 2018.
Lo compré en inglés, pero también está en español. Me encanta leer libros que analizan cuadros. Las biografías de los artistas pueden ser amenas, pero a menudo pecan de erudición y acaban entrando en detalles tan intrascendentes que las vuelven farragosas. Hablar de cuadros siempre es estimulante. Cuántas cosas puedes descubrir, en las que no te habías fijado. El texto es sencillo y ameno, el libro perfecto para un fin de semana de relax.
“Manolo Valdés. Dibujos 1982-2002”. Ed. Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa, 2002.
Soy un gran admirador de Manolo Valdés, del cual tengo varios libros en el taller. Pero este es único, porque se trata de una exposición exclusivamente de dibujos del gran artista. Otro tesoro más para la biblioteca.
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