viernes, 8 de marzo de 2019

+ Caperucita +


Como ya sabéis, estudié arte en Madrid, y todavía tengo buenos amigos allí, aunque la distancia, como dicen, hace el olvido. Hablando por teléfono con Jesús, que me saca unos cuantos añitos, después de relatarme todos sus achaques, me contó de un compañero suyo de clase en Valladolid, que acabó ilustrando montones de libros para la Editorial Anaya. Se trata de Javier Serrano. También me recomendó ver un video que circula por Youtube, titulado “La imagen desubicada”, que analiza la trayectoria del artista. Me sorprendieron mucho los dibujos de Serrano y su forma de trabajar. Pinta las imágenes pacientemente y con esmero, en diversas capas de color. Luego utiliza la hoja de afeitar para extraer las capas inferiores y conseguir esos matices tan preciados para los artistas.

No pude sustraerme a la tentación de encargar alguno de los libros que ha ilustrado. Uno de ellos, “Caperucita”, destaca por su gran formato. Así se puede disfrutar de la genialidad de Serrano en toda su amplitud. Las composiciones del cuento son muy atrevidas. El lobo es enorme, su cabezón excede el tamaño de los árboles. Los demás personajes también desbordan el ambiente en el que viven, como si todo se les quedase pequeño. Además, la realidad se simplifica en este mundo de fantasía, y las flores son sencillas esferas de color, los árboles parecen bolas de azúcar de feria y las hierbas recuerdan espinas. Un mundo tan propio de Serrano, tan personal, de ensueño. Y allí están esas superficies vibrantes, llenas de reflejos y tonos. En el taller os lo repito una y mil veces, nunca ir directamente al color definitivo, siempre crear capas de tonos que consigan el misterio necesario para que la pieza funcione. Serrano lo sabe, y añade un matiz sobre otro hasta conseguir una superficie de color que enamora.









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