Seguimos hablando de dibujo.
La línea en sí misma es una abstracción que crea el artista.
Supone la búsqueda del límite que marca el espacio sobre los objetos. Pero esta
frontera puede expresarse de dos modos muy diferentes. Por un lado la línea
pura, sin cambios de valor, monótona y constante. Esta línea habla de una
realidad conceptual, abstracta, alejada de nosotros mismos. Es la idea en
estado puro. Estos dibujos de línea pura condensan la realidad, la reducen a su
mínima expresión y por ello están cargados de gran intensidad.
Por otro lado la línea puede modularse, cambiar de grueso y
de tono, ser expresiva, juguetona. Es entonces cuando la realidad que describe
se hace cercana. La línea habla del color, de las luces y las sombras, de la
textura de los materiales, de la realidad viva que late tras esos trazos. No
puede el artista valorar la línea sin un plan específico. Tiene que calibrar lo
que está contando, cuál es el punto que interesa destacar y que se erige como protagonista.
Estos dos esbozos que presentamos hacen referencia a cada
una de estas formas de dibujar. Siendo ambos breves en su desarrollo, el
ambiente que crea la línea en cada uno de ellos es muy diverso: distante y
abstracto en uno, cercano y juguetón en el otro.
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