Vamos de nuevo con los marcos viejos que se pasean por el
trastero o que podemos adquirir en cualquier mercadillo de antiguallas que tanto han
proliferado en estos días. Enseguida nos viene a la cabeza la idea de utilizarlo para encerrar
una obra que ya hemos hecho, dándole así categoría. Pero los objetos son
polisémicos por naturaleza. Tienen un uso convencional, para lo que fueron concebidos. La
mayoría de nosotros no somos capaces de ir más allá de esta utilidad. Pero una
persona con la mente abierta puede descubrir muchas más posibilidades para ese
mismo elemento. Sólo hay que dejar volar la imaginación y librarnos de
prejuicios.
Es el caso de Josep Grau-Garriga. La otra semana hablábamos
de cómo utilizaba los marcos sin rubor, pintándolos de nuevo, pegándoles telas,
dejando chorrear la pintura sobre sus dorados… Hoy va más allá. El marco deja
de ser un envoltorio para pasar a formar parte del contenido mismo del cuadro.
La superficie pictórica se expande y lo integra en ella. El marco se adhiere a
la tela y dialoga con el pincel.
Me refiero a la serie de retratos de personajes realizada en
los años 90. Hoy mostramos tres de ellos. Se titulan: “Personaje supuestamente
importante”, “Madame” y “Cabeza embrollada”. ¿Sois capaces de asignar el título
a cada cual? Lo que más me gusta de la colección es lo bien que el marco se
adapta al nuevo papel de cima del cuerpo. Es un retrato psicoanalítico pues no
sólo nos muestra el envoltorio de la cara sino también su interior, el
contenido, su pensamiento. De una expresividad enorme, los marcos funcionan a
la perfección como símbolo del espíritu de cada persona. Si tuviéramos que hacernos un
autorretrato para completar la galería de personajes de Grau-Garriga, ¿qué
marco elegiríamos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario