Es una característica del arte moderno el hecho de
reflexionar sobre sí mismo: qué sentido tiene, de dónde nace su valor, cuál es
su lugar en el entramado cultural… Estas reflexiones, aunque interesantes, a
menudo llegan a ser cansinas. Es como mirarse al ombligo y finalizar hablando
de las pelusas que se forman en él. La erudición acaba trivializando el tema
sobre el que elucubra. Los pintores, no sólo los críticos de arte, forman parte
activa de esta madeja conceptual. De ahí que se haga a menudo referencia a
pintores clásicos en las obras que se crean, ya sea para darle valor a las
últimas o bien para ridiculizar a los primeros, a modo de protesta “d’enfant
terrible”.
Sin embargo, también hay trabajos inteligentes que aúnan un
resultado estético de calidad con un discurso conceptual trabajado y sugerente
sobre lo que es el hecho de pintar y la elaboración de imágenes como parte
esencial del ser humano. Por ejemplo, la artista Alexa Meade, creadora de
instalaciones afincada en Washington. Su praxis se centra en analizar la
relación entre espectador y espacio artístico.
Cuando nos paramos a contemplar una obra observamos un
espacio virtual, generalmente bidimensional, en el que hay personajes, objetos,
creaciones abstractas… El mundo del observador y lo pintado están en dos planos
diferentes. Pero Meade rompe esta separación. Para ello aplica pinturas
acrílicas sobre personas reales, que luego sitúa en construcciones de tipo
arquitectónico pintadas de forma similar para que todo armonice en el
tratamiento superficial. En lugar de crear cuadros que representan la realidad
en un lienzo plano, elabora sus pinturas figurativas directamente sobre los
temas físicos a los que hace referencia. Son estructuras efímeras, que luego
fotografía. Los temas están tratados con tanta profesionalidad que las
instantáneas son aparentemente pinturas bidimensionales de gran calidad y
riqueza expresiva. Sólo cuando se ven las instalaciones desde fuera se descubre
con sorpresa el montaje. Las imágenes de los modelos pintados viajando en metro
o hablando con personajes reales son sorprendentes. Como explica ella misma:
“Una vez fotografiados, la gente que vive y respira debajo de la pintura
desaparece, eclipsada por las máscaras de sí mismos”.
Podéis ver más información de esta interesante artista en
los siguientes enlaces:
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