La semana pasada hablábamos del dibujo como herramienta para
estimular la creatividad e investigar nuevas formas de expresión. Hoy en día
cada vez se le da más importancia a esta disciplina y esto ha favorecido el
surgimiento de colecciones de arte moderno compuestas exclusivamente de
dibujos. Es el caso de la actualmente se está exponiendo en el Casal Solleric y
que no podéis dejar de ir a ver.
La Colección de Dibujos DKV comenzó a gestarse con el
propósito de humanizar y hacer más amables los espacios comunes del Hospital
Marina Salud de Dénia, en la Comunidad Valenciana y pronto traspasó los muros
del recinto. Podéis contemplar todo tipo de propuestas: figurativas,
abstractas, simples, eclécticas, atrevidas… Pero todas con un marcado cariz
actual, contemporáneo, a pesar de seguir empleando los mismos instrumentos de
siempre. En palabras de la comisaria Alicia Ventura:
“Más allá de los diferentes enfoques y estilos, el
protagonismo que vuelve a tener hoy el dibujo reside precisamente en su
sencillez extrema, en la humildad de un procedimiento que contrasta con el
mundo que nos rodea, donde reina la desmesura tecnológica y el exceso de
artificio. Frente a todo ello, resiste inalterable la fascinante capacidad de
atracción del dibujo”
De todas las propuestas he seleccionado cuatro, un
carboncillo obra de Marta Blasco, dos acuarelas de Sito Mújica y una tinta
china de Andrea Canepa. Las dos primeras figuras están de espaldas. Su actitud
es confusa. La mujer tiene interrumpida su visión por una maraña de ramas
muertas que parecen abrazarla, poseerla, a modo de telaraña. El joven se aparta
de nosotros, sus preocupaciones le aislan de la realidad y su rostro cabizbajo
denota sufrimiento. Los otros dos personajes nos miran a la cara pero no
directamente, sino por el rabillo del ojo. Su mirada esquiva revela
desconfianza y lejanía. Así nos vemos a nosotros mismos en esta sociedad
hipertecnológica de la que nos habla la Alicia Ventura. Somos libres para
vestir como queramos (fijáos en las ropas de los retratos), para ir donde
nuestra imaginación vuele, para hablar como nos de la gana. Y sin embargo la inquietud
nos embarga. Estamos hiperconectados (no hablemos ahora con el whatsapp), con
todos nuestros amigos a un toque y nos sentimos solos, desamparados,
imcomprendidos. ¿Se sintió así el hombre antiguo? Tal vez por eso dibujaba en
las paredes de las cuevas.
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