Alexandre Orion es un joven de 27 años oriundo de Sao Paulo
y graduado en Artes. Se ha dedicado especialmente al campo del graffiti aunque
en la actualidad trabaja como ilustrador para las principales publicaciones de
Brasil. Le gusta moverse en los límites del arte, tanto a nivel conceptual como
formal.
Una muestra de este gusto por lo fronterizo es el graffiti
que realizó el año pasado en uno de los túneles de su ciudad natal. Lo
sorprendente es que Alexandre no utilizó ningún spray sino un simple trapo. Los
túneles están tan tiznados por la contaminación que las paredes han tornado
negras, completamente opacas. Durante más de dos semanas fue limpiando
meticulosamente las paredes de la vía subterránea, haciendo aflorar una
catacumba repleta de cráneos (más de 3.500!). Su trabajo no fue sencillo, pues
la policía urbana repetidas veces intentó impedir su ejecución. Sólo cuando
Alexandre les demostraba que no estaba pintando, sino simplemente limpiando la
pared, tenían que dejarlo en paz. Al final el graffiti fue tomando notoriedad y
el Ayuntamiento quiso poner punto y final a la polémica utilizando sus mismas
armas: limpió con agua a presión
el túnel por completo y, como medida de prevención, repitieron la misma
operación con las demás vías subterráneas de la ciudad. Sorprendentemente, en
un breve espacio de tiempo volvieron a ponerse negras. No os perdáis el video
que filmó y que titula “ossario”:
Según palabras de Alexandre, pintó un muro abarrotado de
huesos “porque quería traer una catacumba del futuro cercano al presente y
mostrar que la tragedia de la polución es un problema que sucede aquí y ahora.
Buscaba recordar a la gente las cosas que intenta olvidar”. ¿Pensáis que si el
autor hubiera adornado pared con un manto de flores el Ayuntamiento se hubiera
apresurado tanto a limpiarla? Posiblemente no. La muerte es un hecho cotidiano,
habitual e inevitable, pero nuestra sociedad quiere vivir de espaldas a ella.
Parece que cada uno es el culpable de su propio deceso: “fumaba mucho… no
practicaba deporte… comía demasiado… hacía esto o lo otro…” Y sin embargo,
vemos a cada momento que todo nace para morir: al día le sucede la noche, la flor
se marchita en el vaso y nuestros recuerdos quedan silenciados en una foto. No
quiero decir que haya que celebrar la muerte, pero negarla tampoco es muy
sabio.
De este trabajo de Alexandre me cautiva especialmente el
proceso. No añade nada a la superficie, sólo sustrae parte de lo que ya hay.
Como el escultor que elimina la piedra sobrante, él quita el hollín de más para
hablar a través de la pared. La imagen final del vídeo en que el negro líquido
de la limpieza definitiva corre hacia el desagüe está cargado de sutileza y
simbolismo: todo es efímero, incluso el hablar de ello (también puede
interpretarse como: “todo este veneno está entrando en nuestros pulmones”; ese
es el mensaje de Alexandre).
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