viernes, 2 de marzo de 2018

+ Arquitecturas de grafito +


Lo sé, el siglo XX pasó por encima de los artistas como una apisonadora. Después de esa revolución, que ya se venía gestando de lejos y buscaba derribar todos los esquemas, géneros y convenciones, no hubo peor calificativo para un creador que  “anticuado”. Todos queremos ser modernos, pero a veces no sabemos muy bien lo que eso significa. A menudo se consigue esta impronta de actualidad rompiendo con la técnica tradicional; añadiendo cargas y arenas a la pintura; dibujando sobre papeles ya usados; empleando bolígrafo en vez de tinta china; pintando sobre maderas viejas en vez de lienzos; reciclando soportes abandonados; esculpiendo plásticos; rasgando telas…

También podemos disfrutar trabajando con una técnica académica y buscar nuevos motivos para desarrollarla. No hay nada más habitual y manido que el lápiz. El grafito nos acompañó desde niños y cuántos garabatos hicimos con él. Pero Catherine O’donnell (www.catherineodonnell.com) lo toma no como un juego de niños, sino con toda la seriedad que merece. Porque lo que le apasiona son las arquitecturas, pero no las emblemáticas y conocidas. Los pintores se han cansado de pintar catedrales, plazas mayores y grandes y rimbombantes avenidas. O’donnell en cambio se va al barrio de la periferia, al suburbio, y se fija en los edificios repetitivos que allí florecen. Según palabras de la artista: “Utilizo la representación como un catalizador para encender la imaginación del espectador e invitarlo a mirar más allá de lo mundano y banal. Busco volver a visitar estos espacios imaginativamente y encontrar la poesía estética incrustada en el paisaje suburbano, y al mismo tiempo superar los prejuicios culturales que impiden a las personas ver la elegancia subyacente de estos edificios simples”. Siendo ella de Australia, uno podría pensar que sus muros, tan cuidadosamente delineados y sombreados, deberían ser completamente dispares de los nuestros. Pero no, los suburbios de Palma no distan tanto de los de Sidney como uno podría creer. Y esta paradoja me asombra, porque buscando todos los creadores (no sólo los artistas, también los arquitectos, diseñadores, modistos…) ser originales y actuales, nada anticuados, al final resulta que acabamos todos creando y viviendo en mundos sorprendentemente similares, aunque geográficamente tan lejanos.










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