viernes, 22 de noviembre de 2013

+ Mujer en la bañera (I) +

Muchas veces nos planteamos el problema de qué es lo que tenemos que pintar. Antes de la revolución moderna, era más fácil. Los géneros estaban muy claros, estructurados y jerarquizados. De lo más humilde a lo más excelso podríamos empezar por los bodegones e ir subiendo con paisajes, escenas costumbristas y retratos, para finalizar con las grandes escenas de la historia, la mitología o la religión junto a las gestas que exaltaban la monarquía o la estirpe. Esta rígida estructura se había ido resquebrajando con el paso de los siglos pero seguía en pie cuando llegaron las vanguardias, que la pusieron cabeza abajo. Ignoraron las escenas pretenciosas y se centraron en lo más vulgar: el bodegón, el paisaje… Era una burla de la tradición y sus categorías. Luego llegó el arte abstracto como superación final de todas estas estructuras decadentes y reafirmación de la pintura como puro arte en sí mismo, sin más añadidos ni contenidos.

Hoy en día podemos hacer lo que nos de la gana. Todo tiene la misma dignidad y valor. Sin embargo, tanta libertad nos abruma y confunde. ¿Qué tengo que pintar? ¿Qué es lo que realmente me interesa? ¿Qué tema me resulta sugerente?… Bajo mi punto de vista, los temas se repiten a lo largo del tiempo, lo que cambia es el enfoque. Es decir, más que decantarse por un género, tenemos que buscar un punto de vista propio y personal.

Por ejemplo, el tema de la belleza femenina. Desde que surge la conciencia de sí mismo en el ser humano se ha exaltado la figura femenina como símbolo erótico y como generadora de vida. Múltiples estatuillas de la fertilidad han sido halladas en excavaciones arqueológicas de diferentes culturas. Este fue el primer enfoque, al que siguieron infinidad más con el paso de los siglos y que no voy a relatar; basta abrir un libro de Historia de Arte y ver cómo la óptica desde la que se ha visto a la mujer ha cambiado con el tiempo.

Y hoy en día, ¿como enfocar este tema con una visión contemporánea? Pondré por ejemplo un artista del que disfruto al ojear una y otra vez sus trabajos: Bonnard. Pintor francés a caballo entre los siglos XIX y XX, se le considera el líder del movimiento Nabi. Muy influido por Paul Gauguin, su producción tardía ha sido vista como precursora de la pintura abstracta. A menudo sus obras tratan el tema de la figura femenina, pero su perspectiva es nueva y personal.

El hecho de bañarse se vuelve algo natural y diario en la civilización moderna y él busca esas escenas una y otra vez. Pinta mujeres en la bañera, enjabonándose o secándose. Y podríamos preguntarnos ¿una mujer en la tina es un tema pictórico? Resultaría más sugerente mirando por el balcón o leyendo un libro, pero no, Bonnard la pinta en la bañera. Sin embargo convierte este acontecimiento rutinario y trivial en una imagen llena de sugerencias. Las baldosas de la pared y el suelo crean patrones abstractos multicolores en los que la luz juega y se refleja. El agua dibuja transparencias sobre la piel de la figura cuya pose recostada nos sugiere relax, placer, comodidad y descanso (todos ellos valores muy importantes para nuestra presente sociedad). Lo ha conseguido, un tema eterno, la mujer, con una visión personal y actual.








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